Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

La semana pasada, el viernes 25 de febrero, el presidente López Obrador estuvo en Colima. Vino a prometer inversiones millonarias en salud, seguridad y en infraestructura carretera, y luego se fue. En relación a la violencia que sufrimos, los medios que registraron la visita dijeron así: “…enfatizó a los colimenses que no están solos ante la ola de violencia que azota a la entidad desde hace varios días” (Diario de Colima, 23 de febrero). Y esto es cierto. No estamos solos. Estamos acompañados y prácticamente rodeados por el crimen organizado y no organizado. Después de la esperada visita oficial, la violencia desbordada sigue casi igual, o tal vez peor.

En mi trabajo anterior dije, que lo que los colimenses realmente esperábamos con la visita del presidente, era, como se suele decir en las crónicas de guerra, un cese inmediato al fuego. Pero esto no fue así. El fuego sigue y las víctimas también. Al día siguiente de la visita presidencial, las noticias nos siguen informando de la tragedia que vivimos. Ofrezco a continuación un apretado resumen de lo que pudimos enterarnos sobre los últimos acontecimientos de la jornada violenta. Me remito sólo a lo publicado por el medio Diario de Colima, por si alguien tuviera la curiosidad necesidad de comprobar lo que ahora digo.

Sábado 26 de febrero pasado: “Ejecutan a joven en Tapeixtles”; y, “Asaltan tienda de conveniencia en bulevar Miguel Alemán”; los dos hechos sucedieron en Manzanillo. El Domingo 27 de febrero se informó de cinco hechos violentos: “Muere un militar durante volcadura en autopista”; “Matan a uno y lesionan a otro en la colonia Revolución”; Ejecutan a otro en Nuevo Milenio”; “Agreden con navaja a un joven en la oriental”; y, “Se incendian tres casas y un negocio”. Todos los hechos se registraron en la capital del Estado.

Lunes 28 de febrero: “Queremos paz en Colima”; el medio dijo que así clamaron un grupo numeroso de jóvenes que marcharon por las calles; y luego en otra página siguió con el recuento: “Tres ejecutados y tres baleados, saldo de la madrugada”. Los dos hechos se dieron en la capital. Martes primero de marzo pasado, tres hechos violentos: “Ejecutan a un hombre afuera de un autobaño”; “Balean a un individuo en la calle Balbino Dávalos”; y, “Fallece adulto mayor calcinado en el incendio de una casa”. Este último suceso se registró en Armería.

Ítem más. Miércoles 2 de marzo: “Asaltan tienda en calle Filomeno Medina”; “Balean a un hombre en colonia Nuevo Milenio”; y, “Hallan cadáver de un sujeto en Cuauhtémoc”. Jueves 4 de marzo: “Dejan dos bolsas con restos humanos en la Niños Héroes”; “Ejecutan a cinco en la Villa, Colima y Armería”; y, “Asaltan Caja Popular en Cuauhtémoc”. Finalmente, las notas violentas de hoy, viernes 4 de marzo: “Ejecutan a un hombre en la colonia Moctezuma”; “Dejan manta con amenazas en la Ramón Serrano”; “Hallan ha embolsado en brecha rumbo a El Espinal”; y, “Agreden con arma blanca a dos hombres”. Juzgue usted, amable lector, si es que en verdad estamos mejor después de que vino el presidente.

También en la visita oficial que refiero arriba, dicen que el presidente, luego de comprometerse a que cada tres meses vendrá al Estado para revisar la estrategia de seguridad, afirmó así: “vamos a seguir apoyando al estado y dando atención especial al problema de seguridad”. Ya tan sólo por lo que recién acabo de referir, eso de, “seguir apoyando”, o de, “atención especial al problema de seguridad”, a mí, y seguramente que a muchos más, nos genera innumerables y justificadas dudas.

Pero lo cierto es que por parte de las fuerzas del orden tampoco estamos solos. En la misma visita oficial que ya dije, el señor secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González, afirmó que hay más de 5 mil 567 elementos de la Secretaría de Marina, la Sedena y la Guardia Nacional en la entidad. Además, dijo también, que a partir de entonces se incrementarían las labores de inteligencia a través de una célula interinstitucional, en la que participaría personal de dependencias federales y estatales, además de que se reforzarían las fuerzas de seguridad en los límites entre Colima y Michoacán.

Conforme a los hechos sangrientos que ya enumeré, aquí cabe bien preguntar: ¿Qué están haciendo entonces todos esos elementos castrenses que hay en el Estado, y qué, esa célula interinstitucional de inteligencia de que se informa? Porque, dados los resultados hasta ahora, si el presidente y la gobernadora ya decidieron que el problema de la violencia en Colima es meramente cuantitativo, y no cualitativo como yo sostengo, ¿por qué entonces no aumentan el número de efectivos militares? Colima es el Estado más pequeño de todo el país, lo componen 5 mil 626.9 kilómetros cuadrados, y en él, vivimos poco más de 731 mil 391 habitantes. Si la 4T, tal como lo prometió, no logra frenar pronto la violencia aquí, ya podemos imaginar entonces lo que sucederá en lugares como Michoacán, Jalisco o Zacatecas.

Pero yo ya dije, y hoy lo repito: el problema de la violencia en Colima no es sólo de carácter cuantitativo, sino cualitativo. Y harían bien las autoridades en reparar en esto, porque, no sabemos bien a bien, si en verdad no lo hacen porque no pueden, o no quieren. No obstante, nuestro tamaño territorial y poblacional, hay aquí, como seguramente también en muchos otros lugares, problemas sociales que nunca se han atendido con verdadera seriedad.

Dicen la 4T que se ha repartido aquí una cantidad ingente de recursos por parte de los programas sociales, pero los colimenses vemos que las carencias son cada día más que evidentes. Hace falta más empleo seguro; salarios suficientemente remuneradores; acceso a la vivienda popular; verdadero apoyo al campo de los productores más pobres; muchas más oportunidades para el acceso a la salud gratuita; y demás, verdadero apoyo para el acceso y la permanencia en las instituciones educativas.

Pero también hace falta mucha obra pública en las colonias y en las comunidades; falta obra en las áreas de recreación cultural y deportiva; y faltan mejores vialidades seguras por toda la entidad. Si el gobierno que ahora tenemos, no ataca con seriedad todas estas carencias sociales que yo refiero, pocos resultados veremos entonces en materia de seguridad. El presidente vino y se fue dejándonos un cúmulo de promesas, pero como ya vimos, la inseguridad sigue igual que antes. No es discurso lo que ahora necesitamos. Es paz, tranquilidad y seguridad lo que nos hace falta. Ojalá nos escuchen.

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