Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

El día sábado pasado, leí en un diario de circulación local la siguiente nota: “`Doblará´ AMLO inversión en El Salvador”. Según entendí, la nota se refiere a la gira presidencial que hizo el mandatario a varios países centroamericanos, misma que culminó con una visita oficial a la isla de Cuba. Fue durante su escala en El Salvador, en reunió oficial con su homólogo Nayib Bukele, donde el medio dice que el presidente hizo el siguiente anuncio: “Me da mucho gusto anunciar aquí […], que a propuesta del presidente Bukele se va a incrementar al doble el programa Sembrando Vida y de Jóvenes Construyendo el Futuro y vamos a aportar la misma cantidad, el Gobierno de El Salvador y el Gobierno de México.”

El medio informó también, que, en esa visita, en su discurso el presidente López Obrador le insistió al presidente de EUA, Joe Biden, sobre la promesa de inversión para frenar el fenómeno de la migración. Por lo tanto, podemos suponer entonces, que, en la gira presidencial por Centroamérica, el mandatario mexicano llevaba también el encargo de su homólogo del norte, de trabajar para frenar la emigración hacia la nación norteamericana, encargo que también le dio, según denunció hace poco, el expresidente Donald Trump. Sólo así se explicaría, que fuera a ofrecer “doblar” en El Salvador, la inversión de recursos que tanta falta nos hace a los mexicanos.

Pues muy bien por los salvadoreños beneficiados por esta promesa. Aclaro que yo nada tengo en contra del bienestar de quienes lo necesiten, aunque sean estos de cualquier otra nación del mundo. Pero, ¿qué hay para las familias mexicanas que optan ya por la emigración al norte, ante sus difíciles y trágicas condiciones económicas?
Recordemos que, no obstante el gran número de mexicanos que en estos precisos momentos ya están en camino hacia “el sueño americano”, la cantidad de compatriotas que sufren y trabajan en los EUA ya es escandalosa. En el portal del banco BBVA, el primero de febrero pasado se publicó que las remesas, es decir, los envíos que los mexicanos hacen desde la nación norteamericana a sus familias en México, aumentaron un 27.1% en el año 2021, llegando a un nuevo máximo histórico. En la nota se dijo así: “Las remesas sumaron un monto de 51,594 md a lo largo de 2021, +27.1% en relación con 2022, y acumulan una racha de 8 años consecutivos con crecimiento, iniciando desde 2014. Entre 2020 y 2021, durante estos dos primeros años de pandemia por COVID-19, las remesas han crecido 41.6% respecto de 2019” (bbvaresearch.com).

Es por esto, y, porque conozco bien la situación de miles de familias mexicanas al borde de la pobreza extrema, que yo me adhiero a la opinión resumida que publicó el Diario de Colima en el apartado que se titula “Glorieta”, donde se afirma que el presidente López Obrador, “Anda repartiendo dinero que no es suyo, es de los mexicanos, en otras naciones, como si aquí no hubiera millones de pobres que requieren apoyos. Le queda como anillo al dedo el dicho: `Candil de la calle, oscuridad de su casa´”. Sin palabras.

Para entender un poco más esta última opinión, pero, sobre todo, la difícil situación que están viviendo millones de mexicanos por todo el país, veamos dos notas periodísticas más que reflejan bien todo esto que digo.

La primera nota es del portal Forbes México, la publicó el día 11 de mayo pasado y la tituló así: “Por inflación, 52 millones de mexicanos no pueden comprar canasta básica: Coparmex”. En la nota se dijo que el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), José Medina Mora Icaza, afirmó, que el aumento de los productos básicos resulta más preocupante cuando consideramos que 40.3% de la población (alrededor de 52 millones de mexicanos), viven en pobreza laboral según cifras del Coneval. Esto significa que no pueden adquirir la canasta alimentaria con sus ingresos laborales (formales e informales). El dirigente patronal dijo también, que desde hace 21 años México no enfrentaba niveles tan altos de inflación, que no es otra cosa mas que el incremento generalizado y permanente en el precio de los bienes y servicios, y que termina por deteriorar el poder adquisitivo de las personas y familias.

Dado que no soy especialista en la materia, no puedo afirmar que el aumento de la inflación sea culpa exclusiva del presidente y su gobierno; pero sí que lo es, de no implementar las medidas necesarias para enfrentarla con menos consecuencias desastrosas para la economía de los que menos tienen. En esto, dígase lo que se diga, es muy evidente que no vamos bien.

La otra nota es mucho más trágica para las familias más desamparadas. El medio El Financiero la publicó el mismo día con el siguiente título: “Alza de precios es mayor para los hogares de menos ingresos: Imco”. En esta nota se dijo, que de acuerdo a un estudio realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), donde se tomó en cuenta el alza de precios de la canasta de consumo representativa de cada decil, es decir, la unidad de medida que en términos de economía permite diferenciar a la población por niveles de ingresos según integrantes de la familia, se observó, que la inflación para el primer decil, – es decir, familias que gana alrededor de 3,313 pesos al mes -, fue de 8.7% anual en abril, mayor al promedio nacional de 7.68% que reportó el Inegi en el mismo mes. Mientras que, para el último decil, en donde las familias más favorecidas económicamente ganan 54,427 pesos al mes, enfrentaron una inflación de 7.5%, ligeramente menor a la del promedio nacional.

El análisis de Imco dice, que la disparidad respecto a la inflación en los deciles referidos, se debe a que las canastas de consumo varían conforme al nivel de ingresos. “Esto extiende las brechas ya existentes entre los extremos socioeconómicos, que persisten, no sólo en materia de ingresos, sino también en otros indicadores.”

Y la conclusión no puede ser otra. Mientras el presidente López Obrador anda ofreciendo el dinero de todos los mexicanos en El Salvador a través de sus programas, las familias más pobres de acá, ya no alcanzan ni para comprar la comida para sus hijos por causa de la inflación y sus raquíticos ingresos. Urge la unión y la protesta de los más desamparados. Nos vemos en la batalla.

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