Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
En el ámbito estatal, si juzgamos sólo por lo que vemos y leemos en las primeras páginas de casi todos los principales medios de circulación local, pareciera que el tema que urge promover por todos lados a la clase política gobernante, es electorero; es decir, todo aquello que tenga que ver con la promoción o denostación de figuras públicas con intenciones netamente electorales.
Así fue, como en la semana que recién terminó, acapararon la atención de los colimenses en los días recientes en casi todos los medios, tres temas fundamentales: 1) todo lo relacionado con el exorbitante aumento de salario, y reversión del mismo, con el que se beneficiaron la gobernadora y los principales miembros de su gabinete; 2) la visita a Colima, indudablemente que como parte de su campaña adelantada, de la jefa del Gobierno de la Ciudad de México, la consentida del presidente, Claudia Sheinbaum Pardo, a quien la gobernadora Indira distinguió con un emotivo recibimiento. Y, 3) el arranque de los eventos con los que la presidenta municipal capitalina, y la gobernadora, pretenden lucirse para conmemorar los 500 años de fundación de la Villa de Colima.
No obstante, toda esta algarabía promotora de imágenes feministas de Morena; porque, a decir de la gobernadora Indira: “la Transformación de México será feminista o no será”; en toda esta alharaca, la nota seria, sobria y terrena, con la que se nos ubicó de nuevo en la triste realidad en que vivimos, la puso el medio Diario de Colima el domingo 24 de julio pasado; donde dijo así con letras muy grandes en su primera página: “Localizan siete bolsas con restos humanos”.
Y aquí es donde caigo precisamente, en el tema que me propongo abordar hoy; porque, más que saber cuánto gana o dejó de ganar la gobernadora con el aumento de su salario; si Claudia Sheinbaum será presidenta o no; o cuanto esplendor tendrá la conmemoración de los 500 años; lo que realmente nos urge saber a todos los colimenses es, cuándo los gobiernos que nos pidieron el voto, se van a poner a trabajar en serio para parar el reguero de sangre que tienen por todos lados, con esta ola violenta que no para y que amenaza con lastimarnos lo que resta de todo el año que corre.
Y, es verdaderamente sorprendente la indolencia con la que se conducen en este tema nuestros gobernantes. Pero más sorprendente aún, resultan los intentos absurdos que hacen para desviar la atención, incluso de las víctimas, de toda esta barbarie que estamos viviendo.
Y no hay manera de negar la realidad, como no sea mintiendo impunemente. El día 23 de julio pasado, el mismo medio que ya cité líneas arriba, publicó datos que preocupan, y en los que las gobernadoras amigas deberían seriamente reflexionar. Veamos. “Mantiene Colima la tasa más alta de homicidios dolosos del país”, así publicó el medio. Es decir, en materia seguridad, somos los peores de todo el país. Por tanto, si Colima es el Estado más pequeño, dado que somos poco más de 731 mil 391 habitantes, repartidos en 5,629.9 kilómetros cuadrados; y aun así somos primer lugar en asesinatos dolosos, entonces no hay duda: nos equivocamos con el cambio; este, no es el gobierno que necesitamos.
Pero veamos más a detalle la información que hizo pública el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública (SESNSP), según su reporte de incidencia delictiva correspondiente al mes de junio.
El medio que ya referimos, informó que Colima se mantiene como la entidad con la mayor tasa de asesinatos en todo el país, con 57.84 delitos de este tipo por cada 100 mil habitantes; le siguen Zacatecas con 37.59 homicidios y Baja California con 34.72 víctimas. Los homicidios dolosos en Colima se incrementaron 65% durante el primer semestre de este año, en relación con el número de víctimas registradas en ese mismo periodo de 2021. Las estadísticas oficiales señalan que, en los primeros seis meses de 2021 se registraron 283 víctimas de homicidios dolosos; en tanto que, en el primer semestre de este año, se han contabilizado 468 personas asesinadas. El SESNSP enfatizó: “Incluso es muy factible, por la tendencia en el comportamiento de este delito en la entidad, que en este mes de julio se supere la cifra total de homicidios dolosos que se presentaron en todo el año pasado (en el 2021), misma que fue de 518 víctimas” (Diario de Colima, 23 de julio). ¿Hasta cuándo los gobiernos van a parar esta ola violenta que consume nuestra tranquilidad?
Y la situación no está para menos. Si algún colimense desprevenido, ya se cree libre él o su familia de los “daños colaterales” que suelen producir inevitablemente la inseguridad que estamos viviendo, lamento mucho decirle que esto no será así. El jueves 21 de julio pasado, en pleno día y frente al jardín principal que se ubica frente a la presidencia municipal de Villa de Álvarez, un comando armado abrió fuego contra los ocupantes de otro vehículo; el saldo fue un muerto y tres personas inocentes heridas de bala, mismas que paseaban tranquilamente con sus familias en el jardín principal. ¿Qué más debemos esperar?
El lunes pasado, 25 de julio, leí que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) llamó a los mexicanos a intensificar oraciones por la paz. En el marco de la Jornada Nacional de Oración por la paz, en la Catedral Metropolitana, el obispo auxiliar Salvador González, y el secretario de la CEM, Ramón Castro Castro, llamaron a orar, “Por quienes gobiernan nuestro país: presidente y gobernadores para que busquen estrategias y nos ayuden a vivir en un auténtico ambiente de paz” (Diario de Colima).
Pues, aunque me sumo sincera y respetuosamente desde aquí a todas las oraciones por la paz de quienes las promueven, yo sinceramente dudo mucho que nuestros gobiernos vayan pronto a reaccionar como se pide y necesita. Para esto sí que se necesita un verdadero milagro. Pero el pueblo dice: “a Dios rogando y con el mazo dando”, y yo me adhiero a esta enseñanza popular. Ayer, de nuevo fue bloqueado el libramiento Ejército Mexicano frente a las oficinas de la Fiscalía General del Estado de Colima (FGE), con el consiguiente caos vial que ya conocemos. Pero es que ya no queda de otra. Son familias que acuden a la última alternativa para hacerse escuchar. Piden seguridad y justicia. Piden que busquen y encuentren con vida a sus seres queridos. Y tienen toda la razón. Si los gobierno de ahora, ya no respetan ni a la protesta popular, entonces no hay duda: el pueblo con su voto, tiene ya la última palabra. Veremos.