Por Luis Enrique López Carreón

Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

 

Dicen que es triste siempre referirse a los muertos, pero, con el respeto que me merecen siempre también todas las diversas opiniones, yo creo que es mucho más triste no referirse nunca a ellos; sobre todo, a aquellos que, con su existencia fructífera, legaron a los vivos presentes y futuros, toda su capacidad intelectual bondadosa y humanista de que fueron capaces. 

 

Además, si nos atenemos a aquella Ley enunciada por el científico francés llamado Antoine Lavoisier en 1785, según la cual, en un sistema aislado, durante cualquier proceso físico o químico, la masa se mantiene constante, por tanto, durante los procesos físicos y químicos la materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma; entonces no hay duda, y yo puedo afirmar aquí, tal como se hace en aquella película basada en la obra del escritor alemán B. Traven: “Hay que tener consideraciones con los muertos, porque pasamos mucho más tiempo muertos que vivos” (Macario 1960).  

 

Lo dicho hasta aquí, viene a cuento por lo que diré a continuación en relación a la celebración del día de muertos, fecha sumamente memorable sobre todo para los mexicanos y gran parte de Centroamérica, por la fastuosidad que en algunos lugares se acostumbra el 1 y 2 de noviembre de cada año; a tal grado que, incluso, en México, en el año 2008, la Unesco declaró esta festividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

 

En Colima, la conmemoración a los muertos coincide también con las festividades de la Feria Estatal de Todos los Santos, otro de los eventos sumamente esperados por algunas familias colimenses. Y en este año, tal como en muchos otros, con la salvedad de la pandemia que ya todos conocemos, el Gobierno del Estado ya anunció que dará tres días de asueto laboral y escolar, que, sumados a los del fin de semana previo, serán casi una semana para que los colimenses disfruten de estos eventos en compañía de sus familias.  

 

Ante esto último que digo, aclaro que nada tengo yo en contra del asueto muy merecido para los trabajadores, pues, cualquier contrariedad aquí resultaría sumamente absurda e insolente; pero, es necesario decir también, que las autoridades deberían aclarar bien, si el asueto que brindan tan bondadosamente, tiene por objeto satisfacer plenamente el derecho inalienable que tienen los colimenses a la recreación y al culto a sus muertos, sobre todo en estos momentos aciagos de zozobra ante los hechos violentos que vivimos; o simplemente, se busca mediante el espectáculo, tal como hacen siempre los gobiernos al servicio del gran capital, desviar la atención del pueblo ante su deplorable situación, e incrementar con lo mismo la concurrencia masiva y las ventas de los empresarios en la Feria Estatal y las múltiples celebraciones a los difuntos. 

 

En relación a esto lo último, es decir, del asueto para celebrar el día de muertos, dejo aquí algunas opiniones que espero sean de alguna utilidad para mis escasos lectores. 

 

Opino que de nada servirá el asueto a los colimenses, cuando sus ingresos económicos apenas les alcanzan para comer. Es una insolencia del gobierno conceder días de descanso a los trabajadores para que celebren con sus familias, cuando la ineficacia gubernamental es incapaz de aumentar los salarios e ingresos diversos que reciben, que ya no les alcanzan casi para nada. El domingo 16 de octubre pasado, el medio digital El Economista, en su apartado llamado Finanzas Personales, publicó una nota cuyo puro título refleja ya la suerte que vivirán los mexicanos durante los días de asueto: “Inflación de miedo, celebrar el día de muertos será más caro”, así tituló el medio su trabajo.

 

Y en los datos aportados por la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), vemos la razón de la nota: “Las veladoras, consideradas como una guía para ayudar a las ánimas a llegar a su antigua morada, anotó una alza equivalente a 20%, en comparación al año anterior (2021) y hasta 50% frente a 2020”; “Los ramos de Cempasúchil, elemento que no puede faltar en una ofrenda, mostró una alza mayor a 16%, mientras que el pan de muerto o el papel picado duplicaron su precio en el último año.” Y todo esto, sin tomar en cuenta el costo de preparación de los platillos y frutas a colocar en la ofrenda, los cuales se han visto fuertemente afectados por la inflación de 8.7% al cierre de septiembre. Pero si usted, amigo lector, es contrario a las tradiciones promovidas por “mamá Coco”, es decir, de los que no acostumbran poner ofrenda en su casa, tampoco se salva; “…los servicios de jardinería y limpieza de los sepulcros en los panteones aumentaron en promedio 42% respecto al año anterior, mientras que los servicios de mantenimiento percibieron un incremento de 33% frente al 2020”.

 

Hasta aquí, y por todo lo que ya leímos, dudo mucho que, en esta ocasión, los difuntitos quieran dejar sus mullidos sepulcros para venir de visita a celebrar con sus familias, como no sea para sumarse a ellas en los bloqueos o protestas por la terrible situación económica, en que nos tienen sumidos a los vivos los gobiernos de la Cuarta Transformación.     

 

Y, no obstante, toda esta espantosa situación económica que están viviendo las familias colimenses a merced de la inflación, la inoperante estrategia de seguridad del gobierno del Estado, sigue procurando motivos para celebrar a los muertos. El vocero de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz y la Seguridad, Gustavo Adrián Joya Cervera, rindió su eficiente informe de muerte. Dio a conocer a los medios que, al día 14 de octubre pasado, suman ya 773 homicidios dolosos registrados en el estado de Colima, esto es, 3.5 muertos por cada día transcurrido del 2022. En cuanto a las víctimas femeninas, se han registrado 87 homicidios dolosos, 16 ya fueron catalogados como feminicidios y 71 continúan en investigación. En cuanto a los menores de edad, al corte del 13 de octubre se contabilizan 17 homicidios: 3 mujeres y 14 hombres. De los desaparecidos, dijo que hasta la fecha se tienen 595 denuncias, de ellas, 200 son mujeres y 395 hombres. Con respecto a la localización de cuerpos o restos humanos embolsados, encobijados o encintados, se tiene registrados a la fecha 100; 50 de ellos en Villa de Álvarez, 21 en Colima, 18 en Manzanillo, cinco en Comala, cinco en Coquimatlán y uno en Cuauhtémoc. He aquí una megaofrenda a los muertos en su día.

 

Pero, a pesar de todo, yo también creo que hay que tener más consideración por los muertos. Y no hay mejor homenaje para ellos, que la protesta social de los vivos. La ineptitud gubernamental de la 4T ya es tal, que hasta los difuntos la sufren; porque, como ya vimos, ya ni para flores nos alcanza. Ojalá que aprendamos la lección.

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