Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Hoy, es el primer día del último mes de gobierno del priismo en Colima, y la actitud que está asumiendo el último de sus gobierno de este periodo, ante el pueblo más desamparado que los cobijó a lo largo de 90 años, es sumamente reprobable. En justicia, no podemos decir que nada en absoluto hayan hecho por el Estado los priistas, pues, Colima no sería hoy lo que es, sin el concurso de sus acciones, pero, en materia de justicia social, casi todo está muy lejos de ser, de lo que siempre nos prometieron. No se puede juzgar a los gobiernos sólo por lo que hicieron en beneficio de sus gobernados, sino también, por todo aquello que siempre dejaron de hacer, y el balance general siempre lo emite la historia. Si no fuera cierto lo que digo, el PRI gobernaría también en el sexenio que viene.
Es innegable por las evidencias, que el priismo entrega un Estado endeudado y en franca quiebra financiera, pues, los últimos acontecimientos políticos que hemos visto así lo revelan. Pero no sólo eso, el desempleo y el abandono laboral es ahora mucho más evidente que antes, y a esto, debemos agregar las mortales consecuencias de la pandemia, donde se suman ya 2 mil 52 muertos y 30 mil 88 casos positivos acumulados. Y ni qué decir de la violencia exacerbada en sus diversas fases, cuyas víctimas sufren casi siempre el abandono de la impunidad.
Pero, creo que las consecuencias más graves están, en el abandono casi total del pueblo colimense por parte del gobierno que se va. En materia de salud y seguridad pública, por lo que ya dije, ya se puede deducir fácilmente el innegable panorama general que se sufre. Pero en cuanto al bienestar social, que abarca la alimentación, la vivienda y su mejoramiento, la educación, la productividad del campo y los servicios públicos; el abandono no tiene comparación. El argumento que se esgrime casi siempre es el mismo, y pareciera como infalible y lógico: ¡no hay dinero!; pero, en rigor estricto esto es falso. En ningún momento, yo lo aseguro, los mexicanos, no importa su situación económica, religión ni sexo, dejamos de pagar nunca nuestros impuestos, y esto lo se bien, porque no es una cuestión voluntaria de nadie, pues es parte infaltable de la política fiscal con la que funcionan todos los gobiernos. Veamos.
Cuando consumimos nosotros y nuestra familia, pagamos el IVA, es decir, el Impuesto al Valor Agregado, que es un impuesto indirecto que grava el consumo doméstico final de productos y servicios, producidos tanto en el territorio nacional como en el exterior. En México, con algunas excepciones, pagamos el 16% de lo que gastamos en consumo. Por tanto, dado que nunca nadie dejamos de consumir para poder vivir, entonces, nunca nadie dejamos de pagar este impuesto.
Pero también pagamos impuestos por trabajar y contribuir con la generación de la riqueza. Se llama ISR, Impuesto Sobre la Renta. Este es un impuesto que pagamos todos los mexicanos, personas físicas y morales, por generar riqueza. Como tal, se aplica directamente a los ingresos que se obtengan de alguna actividad lícita en este país. Sin importar la naturaleza, denominación u origen, se grava la utilidad del bien o actividad que incremente el patrimonio del contribuyente. Como dije, el ISR se le descuenta sólo a los ingresos de cierta consideración y tipo, estipulados por el Servicio de Administración Tributaria (SAT). Y sólo para aclarar un poco mi idea, citaré un ejemplo que parece trivial, pero no lo es. Si un trabajador, recibe por su esfuerzo ingresos quincenales por 8,000 pesos, conforme a los procedimientos estipulados por el SAT, se le retiene el 13.38% de su salario que va a parar a manos del gobierno; esto es, 1,070.63 pesos a la quincena.
Pero esto no es todo. Aparte del IVA y el ISR, todos los mexicanos también pagamos el IEPS, es decir, el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios. Este es es un impuesto que se paga por la producción y venta o importación de gasolinas, alcoholes, cerveza y tabacos. El IEPS es un impuesto indirecto, por tanto, los contribuyentes no lo pagan, lo trasladan o cobran a sus clientes. Y, no nos hagamos, dado que no hay nada, o casi nada, que se mueva en vehículos movidos por motores de combustible, esta claro que nadie, absolutamente nadie, escapa del pago de este “Impuesto Especial”.
Y ya ni le sigamos con los impuestos que tienen derecho a cobrarnos los gobiernos en todos los Estados, mismos que no reportan directamente a la federación. Entonces, ¿debemos creer aquello que nos dicen los gobiernos de que, “no hay dinero”?
Pues este es, cuando menos en los últimos dos meses, el argumento principal que nos espeta en la cara el gobierno priista del licenciado José Ignacio Peralta, cada vez que los Antorchistas lo enfrentamos para pedir despensas, fertilizantes, láminas para reparar los techos, apoyos para la salud, educación y vivienda, así como obras de agua potable, drenaje y electrificación. Y en ninguna ocasión, ni ahora ni nunca, le hemos pedido jamás dinero. ¡Nunca! Solo pedimos, como suele decir el pueblo, lo que por derecho nos corresponde como sus gobernados, y, ahora lo sabemos también, que nos corresponde como parte de los contribuyentes más seguros que tiene.
Por eso es que yo digo que el gobierno miente, y que su actitud es sumamente reprobable e insolente con el pueblo. No es posible, luego de saber ya todo lo que he mencionado, que se le venga a decir al pueblo que no hay dinero para su bienestar mínimo, cuando incluso tuvo que pagar impuestos, hasta para venir a gritar a las puertas mismas de la residencia oficial, para pedir unas pocas despensas y unas láminas para reparar sus humildes viviendas.
Desde mucho antes de que el gobierno que ya se va, declarara su quiebra financiera en todos los medios, los Antorchistas ya protestábamos frente a Casa de Gobierno en espera de solución a las necesidades que ya han quedado dichas. Pero no resuelven nada hasta ahora. Cierto es, que casi nunca ignoran nuestra presencia ahí, pero tampoco nos han tomado en serio. Pero tenemos la razón. Y como tal, la defenderemos hasta el último de los días de este gobierno. Y si el que viene también nos ignora, entonces ni modo. Lo recibiremos también en las calles. Ojalá no sea eso necesario. Nos veremos en la batalla.
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