México, es un territorio que se ha caracterizado por tener una amplia variedad cultural, algo que se le ha reconocido a nivel mundial. Cada año se realizan aproximadamente de 5,000 fiestas a lo largo del territorio mexicano: unas muestran herencia prehispánica o tienen una influencia europea, otras son de carácter religioso, ritual o pagano, y todas llevan consigo un profundo sincretismo cultural.

Antes de continuar, es necesario tener una visión diferente cuando nos referimos a territorio, “no basta con afirmar que el territorio es uno de los elementos constitutivos del Estado-nación. Hay que añadir que es el símbolo (metonímico) por antonomasia de la mismísima comunidad nacional” (Giménez, G, 1996).

Si bien es cierto que cada pueblo, cada región tiene sus propias tradiciones y sus propios usos y costumbres. Hay una en la cual todas coinciden, se trata del el Día de muertos; lo único que diferencia la celebración de unas y otras es la forma en que la celebra, pues cada quien la realiza dependiendo de sus creencias.

El Día de Muertos se monta hasta antes de la época colonial, en donde el culto a la muerte ha estado presente entre los pueblos originarios de México y forma parte de la dualidad de la vida. A partir de la Conquista y como producto del sincretismo religioso, se originó la tradición del Día de Muertos que tiene lugar cada 1 y 2 de noviembre. (María Rodríguez, 2017)

La investigación se llevará a cabo en la localidad de Suchitlán, situada en el municipio de Comala del estado de Colima. Pues se considera, que aún conservan tradiciones prehispánicas, dichas peculiaridades nos permiten entender mejor el comportamiento de esa comunidad, lo cual, resulta idóneo para el trabajo periodístico a realizarse.

La finalidad de ésta investigación es saber cómo se lleva a cabo ésta festividad, cómo se transmite entre generaciones, la importancia que tiene para sus habitantes, la forma en que influye en ellos y sobre esa lucha ideológica constante que tienen, para que las huellas históricas culturares que se encuentran permanezcan vigentes.
Quizás se pudiese cuestionar el por qué tomar dicha tradición como objeto de estudio, pero teniendo en cuenta el contexto histórico que la misma conlleva, y sobre todo que en el estado de Colima son pocas las comunidades que aún la festejan de manera tan similar a como se realizaba hace cientos de años.

Aunque si bien es cierto que dicho territorio local ya no es de todo virgen, aún es muy notable que mantienen adheridos a ellos dicha festividad, que los distingue de las demás localidades del estado, no por el hecho de que solamente ellos la celebren, sino, por la forma en que lo realizan. La fidelidad que permanece hacía sus ancestros ha permitido que pese a la evolución cultural que ahí tienen, no permiten que las nuevas generaciones olviden sus orígenes, su historia.

Para obtener información que permita realizar dicha investigación se optó por realizar entrevistas a habitantes de Suchitlán para ver cómo celebran en esos días, en dónde y si ha tenido algún tipo de variación la forma en que la realizan. Por otro lado, se está contactando a un historiador para que nos pueda dar una visión más amplia sobre la muerte y la conexión que tienen con los pueblos prehispánicos.

Se irá a tomar fotografías al panteón de Suchitlán. Previamente se fue a hablar con el comisario para que no se presente ningún problema en realizar esa actividad, pues se está consiente que para los habitantes resulta ser algo muy sagrado y hasta cierto punto íntimo, porque se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos.

También se está hablando con algunos habitantes para que se nos permita tomar fotografías de sus altares y se nos dé una explicación de los elementos que en él ponen.

Origen del Día de Muertos

Desde tiempos remotos las distintas culturas, como la prehispánica, han dedicado un espacio primordial a la reflexión sobre la muerte. Por ello las prácticas funerarias de una población permiten acercarse al conocimiento de diversos aspectos de ella, que abarcan desde el estrictamente biológico hasta los de orden social, político, económico y religioso. (Cuesta y Talavera ,2010)

Al morir se renace, esa era la idea básica del mundo prehispánico y de ella se desprendió el pensamiento de permanencia y dualidad. Por ende, no es absurdo pensar que la muerte resultaba ser una realidad inobjetable con la que se convivía.

En la historia de los pueblos indígenas mexicanos se pueden encontrar ritos funerarios que corresponden a 6 mil años a,p., relacionados con los inicios de la domesticación de plantas en el valle de Tehuacán, Puebla, y posteriormente, alrededor de 1800 a.C. ya había rastros de un culto muy elaborado para los muertos.

Las culturas mesoamericanas ofrecen un gran mosaico de estos ejemplos desde el periodo Preclásico en la región central de México, en sitios como Tlapacoya, el Arbolillo, Zacatenco o Tlatilco, donde se localizaron y recuperaron entierros individuales y colectivos dispuestos de distintas formas, acompañados por diferentes objetos y figuras de barro antropomorfas y zoomorfas, vasijas con distintas formas, urnas, lítica, huesos trabajados, e incluso son frecuentes los entierros de perros ya sea solos o acompañando a algún individuo.

Como se dijo en párrafos arriba, es necesario remontarnos hasta la época prehispánica para poder entender el origen del Día de Muertos, siendo más exacto en los pueblos indígenas de Mesoamérica; tales como los Aztecas, Mayas, Purépechas, Nahuas y Totonacas.

Dichas civilizaciones realizaban rituales para celebrar las vidas de sus ancestros por lo menos los últimos 3 mil años, en donde era común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante rituales como representación de la muerte y el renacimiento.

En el siglo XV con la llegada de los conquistadores españoles a América, también llegó el nombre que le pondrían a la festividad que realizaban las civilizaciones indígenas en honor a la muerte. Los españoles quedaron aterrorizados por las practicas paganas de los indígenas, y en ese intento de convertir a los indígenas en católicos, cambiaron la fecha para que coincidiera con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas que daban inicio al inicio de noviembre, mientras que los nativos americanos la festejaban en el noveno el mes del calendario solar azteca, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo.

Día de Muertos en el país vecino

La relación que hay entre la cultura y el territorio es demasiada, y, por lo tanto, resulta ser un puente para poder distribuir prácticas culturales, aunque estas no estén adheridas a un solo espacio. Esto marca una pauta para poder adentrar parte de una cultura en otra cultura; como lo son las formas vestimentarias, los rituales específicos, las danzas lugareñas, entre otras.

En la emigración sucede un fenómeno genial. El apego afectivo que tiene una persona hacia su territorio puede ser muy grande, es por ello que al lugar que llegan tratan de integrarlo a su propio sistema cultural, lo cual es un símbolo de pertenencia socio-territorial. Esto quiere decir que la desterritorialización física no significa que el individuo se desprenda por completo de la referencia simbólica a la que está acostumbrado.

Con lo mencionado en el párrafo anterior, pasamos de una realidad territorial «externa» culturalmente marcada a una realidad territorial «interna» e invisible, resultante de la «filtración» subjetiva de la primera, con la cual coexiste. (Giménez, G, 1996).

Como es bien sabido, la emigración por parte de la comunidad mexicana hacia los Estados Unidos año tras año ha ido en aumento, con ello también se llevan las tradiciones y costumbres de nuestro país, el Día de Muertos no es la excepción.

La mayor presencia que se tiene es en el estado de California, por consecuente es donde más se celebran costumbres y tradiciones mexicana. Es una de las culturas que predominan en ese país, por lo ya dicho anteriormente.

El Día de Muertos ahora se celebra en varias diócesis católicas del país norteamericano: Algunas de estas son la diócesis de Phoenix, la arquidiócesis de Los Ángeles, liderada por Mons. José Gómez que es originario de Monterrey en México; y la de San José.

El padre. Ernesto Reynoso, Vicario Judicial Adjunto de la diócesis, afirmó que quienes no conocen el significado de esta fiesta pueden asustarse al ver la decoración con esqueletos y cráneos.

Sin embargo, explicó que éstos símbolos “son en realidad ofrendas alegres que son dejadas para honrar a los seres queridos que han muerto” y que “esta fiesta que parece centrada en la muerte es en realidad una celebración de la vida”. (María Rondón, 2017).

Pero ¿Por qué sucede esto? La respuesta es simple. Los migrantes tienen esa necesidad de recrear la cultura de su lugar de origen, porque es una simulación de su cultura nativa en su nuevo territorio. Así se pudiese explicar el surgimiento de nuevos barrios urbanos en Estados Unidos. Unos ejemplos de ellos son China twon, la placita Olvera.
No sólo México celebra a los muertos

Ante la UNESCO el Día de Muertos está reconocido como “Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad, pero no solo nuestro país tiene festividades que tengan un cierto parecido con tal fecha.

En ese proceso de evangelización muchos países de América Latina al igual que México, sufrieron cambios drásticos en sus fiestas indígenas debido a esa transformación y a adaptación a la religión católica. A pesar de eso, la mística prehispánica permanece en las costumbres, ritos y sentimientos de la sociedad, que se realizan año tras año a través de actividades que permite la llegada de la luz y paz a los difuntos que visitan a sus seres queridos. (Angélica A, 2016)

En el mes de noviembre, los guatemaltecos celebran el regreso de sus muertos, en donde las familias aprovechan para visitar las tumbas de sus seres queridos, preparan platillos con la comida tradicional de esa fecha y rezan por el bienestar de las almas.

En Ecuador se prepara con motivo del Día de los Difuntos una bebida llamada la colada morada, un brebaje que mezcla diversos ingredientes como la piña, el durazno, las fresas, moras, naranjas, mortiño, cáscara de naranja y piña, pimienta dulce, clavo de olor, sangorache, canela, naranjilla, maicena y el maíz negro.

Dicha bebida va acompañada de el “guagua de pan”, un pan dulce en forma de niño o bebé en algunas zonas del país también se realiza el pan en forma de animales. Existen de distintos tamaños y están adornados con muchos colores y rellenos de dulce de guayaba, higo, chocolate, zambo, crema pastelera, etc.

En Perú, el 1 de noviembre las almas de los difuntos visitan esta tierra, este acontecimiento se celebra de varias formas por las familias peruanas; algunas visitan las tumbas en los cementerios adornándolos con alimentos y coronas de flores; otras montan altares en sus casas y rezan.

Al igual que en otros países de América Latina, se hornea pan, las “tantawawas” tienen la figura de muñecos o bebés, además de caritas o máscaras que representan las almas de los muertos. Mientras que en las ciudades las celebraciones se centran en asistir a misas y reunirse con la familia para recordar al difunto; finalmente, el 2 de noviembre las ánimas regresan a su mundo y la festividad acaba, ésta deja consuelo y bellos recuerdos a sus familiares, amigos y conocidos.

En el continente asiático también hay celebraciones que tienen similitudes al Día de Muertos. En la India se conmemora a las almas de los antepasados, a ésta celebración de la muerte del hinduismo se le llama Pitru Paksha. A diferencia a la celebración mexicana aquí no se tiene fecha exacta, sino que todo depende al calendario religioso, pero se realiza entre los meses de agosto y septiembre con una duración de 15 días.

Dibujar pies en el suelo del hogar con harina de trigo; al comenzar la festividad se dibujan los pies como si entraran y al final como si salieran de la casa. Dicho ritual se une a los diversos rituales y ceremonias que se realizan durante ese periodo.

También es común hacer obras de caridad, alimentar animales de la calle, ofrecer comida y agua a los muertos y poner lámparas de arcilla en ríos y lagos para proporcionar luz a los ancestros.

En Japón se celebra el Obon desde hace 500 años en la tierra del Sol Naciente; más que una celebración religiosa, esta festividad se ha convertido en parte de la cultura de ese país.

Durante tres días se recuerdan las almas de los fallecidos y las fiestas incluyen danzas y desfiles; son fechas en las que la comunidad se une y convive con actividades al aire libre.

La festividad se divide en tres partes: Tōrō nagashi, en la que se lanzan farolillos de papel a un río para guiar a los espíritus hacia el otro mundo; Bon Odori, en la cual las personas se unen a cantar, bailar y comer, y Gozan no Okuribi, cuando los difuntos regresan al otro mundo.

Está claro que la celebración a la muerte no es única de nuestro país, pero lo que sí hace especial a esta festividad es la forma en que se trata a la muerte. Es decir, la forma en que nos reímos, lloramos y convivimos con ella. Contrario a lo que se pudiese pensar, el ambiente que se vive en esos días es de fiesta.

Es evidente que hay cierta nostalgia por recordar a los seres queridos que ya no están, pero el 2 noviembre las familias mexicanas acuden al camposanto, contratan grupos musicales para que toquen las canciones preferidas de las personas que en espíritu y alma se encuentra en ese lugar celebrando desde el más allá.

Día de Muertos una festividad sagrada para Suchitlán

Para llegar a este punto vi necesario contextualizar en rasgos generales la historia del Día de Muertos, es que, aunque actualmente en México la localidad cultural tenga contacto con la modernidad urbana a través de dos vertientes la migración y la exposición a los mass-media.

En cuestión de la migración, el arraigo territorial no se desaparece; sino, que se refuerza mediante el retomo periódico a la tierra natal para participar en los ritos ceremoniales y festivos o simplemente para visitar a los parientes. En cuanto a los mass-media, los habitantes seleccionan sus programas de músicas o de entretenimiento basados en los códigos locales populares.

Suchitlán es una comunidad indígena reconocida por tradicionales máscaras de animales de la región o a personajes de sus tradiciones, al realizar La “Danza de los Morenos de Suchitlán”. Dicha danza ha tenido una fama internacional, que inclusive gente de Alemania ha venido hasta Suchitlán por una máscara de madera.

Es un lugar donde se respira historia, lo cual lo vuelve mágico. Su flora y fauna hacen especial a Suchitlán. Su gente y su caluroso recibimiento hacía quienes lo visitan, hacen que uno quiere regresar una y otra vez.

Debido a que la investigación del tema central está en proceso, es muy poca la información que tengo sobre el tema. Se está en ese proceso de recolección de información, búsqueda de fuentes (se busca personas rebasen los 50 años de edad, pues se considera que son idóneos para que nos expliquen cómo se lleva a cabo ésta tradición).

El festejo inicia desde el día 1 de noviembre con el Día de todos los Santos, en donde se le pone un altar a los “angelitos” haciendo referencia a los niños que han dejado esta tierra. Ese mismo día en la noche se empiezan a hacer los altares para las personas que murieron de los 18 años en adelante.

A diferencia de Colima capital en donde los altares se hacen de tres pisos, en la comunidad se realiza de un piso. En donde se agregan fotografías de los difuntos, las comidas típicas tradicionales de ese lugar, pan de muerto, las coronitas, frutos de esa zona.

Algo que me llamó mucho la atención es que utilizan elementos que la misma naturaleza les brinda, recodemos que se encuentra rodeado de árboles, lo cual beneficia a su excelente clima fresco. Por ejemplo, se utiliza una estructura de bambú, carrizo con palmillo o una mesa. Se adorna con palmillo, flores naturales; la flor de cempasúchil. También lo hacen chayotes, tamales de ceniza, elotes, cañas, nogales.

En esas fechas cada familia visita sus difuntos en el panteón; les limpia su lapida, su cruz y en caso de ser necesario una manita de gato, la despejan y se la llevan a su casa para darle una pintada. Después la llevan a bendecir y la regresan al campo santo.

El panteón toma vida por la noche del 1 al 2 de noviembre, pues los restos de las personas que fallecieron son visitados por sus familiares, incluso vienen de otros partes del municipio de Comala o del resto del estado de Colima. Le tienen tanto respeto a la muerte que en esos días no se realiza ninguna danza, se pueden hacer antes o después.

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