Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Etimológicamente, la palabra Esperanza viene del término esperar, que a su vez procede del latín sperare (tener esperanza). El verbo sperare nos dio la palabra esperar, desesperar y prosperar. Se relaciona con la raíz spe (expandirse o tener éxito). En la mitología, Spes es la diosa romana que personifica la Esperanza; y es representada como una joven cargando una cornucopia (cuerno de la abundancia) y una flor, y es equivalente a la diosa griega Elpis. Tradicionalmente se ha definido como, la ultima Diosa, por lo que en latín, se acostumbra decir así: ¡Spes Ultima Dea!, es decir, “la esperanza es lo último que muere”.
Se sabe que Spes (Esperanza), es mencionada en el conocido mito de la Caja de Pandora; que por obvio de espacio resumidamente referiré. Tras haber robado Prometeo el fuego de los dioses para regalarlo a los hombres, y recibir el castigo que Zeus le impuso por tamaña osadía, su hermano, Epimeteo, recibió como regalo de los olímpicos una compañera: Pandora. Cuando ésta se presentó ante Epimeteo, lo hizo acompañada de otro regalo de Zeus: una caja cerrada, que bajo ningún concepto debía ser abierta. Deslumbrado ante la gracia y la belleza de Pandora, Epimeteo ignoró la promesa hecha a su hermano de no aceptar jamás, regalo alguno de los dioses olímpicos, pues, a decir de él, eran éstos astutos y traicioneros.
Pero la curiosidad sedujo a Pandora. Y un día que Epimeteo dormía, le robó la llave de la caja que escondía, y la abrió para espiar su contenido. Al levantar la tapa, grande fue su desilusión al encontrarla vacía, pero, era porque en ese mismo momento, escaparon de ella todas las desgracias y males que podían afectar a la humanidad, y se extendieron por todo el mundo. Mas, todavía le dio tiempo a Pandora vislumbrar en el fondo de la caja, algo que aún no había escapado, y corriendo la cerró. Lo que pudo conservar en el fondo de la caja fue la Esperanza, que no escapó. De ese modo fue sellado el destino de toda la humanidad, que a partir de entonces padeció toda suerte de males: pero incluso, en medio de los más terribles de ellos, sigue conservando siempre la Esperanza.
Amparado entonces en lo ya dicho, digo hoy que, mutatis mutandis, pareciera que en Colima fue abierta después del 6 de junio, una moderna e inédita “Caja de Pandora”, con el destape de todo aquello que los gobiernos anteriores habían querido siempre ocultar. De los males que de ella escaparon, ya no queda casi nada por decir, que los colimenses no hayamos visto a diario en los últimos meses. Los amigos y partidarios, se volvieron enemigos irreconciliables; las palabras lisonjeras, se volvieron vituperios y palabras zahirientes; la mansedumbre y el conformismo, se volvió rebeldía e inconformidad interesada; en una palabra, los buenos y solicitados, son ahora malos y repudiados.
Pero además, los cómodos se volvieron incomodos; los empleados, en desempleados, los juntos, en divididos; los pobres, en pobres extremos; los sanos, en enfermos; los enfermos, en muertos; y en fin, los antes procurados, ahora son olvidados. Y Colima pareciera entonces un inmenso campo de batalla, donde los partidarios de los unos, son ahora enemigos irreconciliables de los partidarios de los otros. Es toda una tragedia la que vivimos.
Todo esto y más, ¡pero mucho más!, es verdaderamente todo aquello que descubrió la Gobernadora Indira Vizcaíno, junto con el millonario desfalco al erario público, que dice que encontró, al destapar la moderna “Caja de Pandora” que, con mi atropellada analogía, digo que significó para los colimenses, lo que tenían guardado todos los gobiernos anteriores.
Pero, tal como en la mítica “Caja”, en la nuestra, es decir, la caja que representa todos los gobiernos hoy destapados, también queda en el fondo de ella “la Esperanza”, es decir, el pueblo colimense, pobre, sufrido y trabajador, que es, ha sido y será, el verdadero sostén y motor de la economía y la gobernabilidad del Estado. La historia universal dice que el pueblo trabajador siempre será la esperanza. Sólo que, a diferencia del mito, aun no vemos que la Gobernadora haya reparado en la verdadera presencia del pueblo en el fondo de todos los males que refiero.
Ayer leí en las redes sociales, y hoy también en la prensa escrita, que la Gobernadora recibió de la federación, por fin, los recursos que le negaron al gobierno de José Ignacio Peralta. “Anuncia Indira pago de quincenas a burócratas”, leí en un medio local en primera plana. Y, luego de informar que a más tardar la próxima semana, quedara pagado todo el adeudo en salarios, afirmó así: “Estaremos revisando todos estos procesos, sabemos que aun hay quincenas pendientes y recursos económicos por entregar a dependencias”.
Muy bien. Sea pues como haya sido, es justo reconocer que el nuevo gobierno da muestras de enderezar el rumbo. Nada lastima tanto a los trabajadores, que se les deje de pagar la justa remuneración que merecen por su trabajo y sacrificio. Pero, ¿qué decir, de los otros miles de colimenses abandonados por el gobierno que se fue?
Sé bien, que es muy pronto para esperar resultados tangibles en todos los sectores abandonados. Y, aunque la desesperación que se sufre ya es mucha, hay que reconocer que el pago a los trabajadores del Estado ya es un buen comienzo. Nos prometieron siempre que el gobierno que llegó, será mucho mejor y más justiciero que el que se fue. Y por hoy, nada hay que me haga dudar de tal afirmación. Al pueblo siempre le es dado, esperar nuevas y mejores condiciones para vivir. Espermemos entonces.
              
Finalizo y contribuyo aquí, dejando pues, nuevamente por escrito y en términos generales, los males sociales que están lastimando severamente a mis queridos compañeros, males que seguramente sufren también, miles de familias regadas por todo el Estado. Urge más y mejores espacios para la vivienda popular; urge más empleo, y bien pagado, para garantizar la alimentación de nuestros hijos; urge apoyo para el campo tanto tiempo marginado; urge garantías para la educación, la salud y el bienestar general. En resumen, urge un gobierno más sensible y humano para todos.
Por mi parte y en conclusión, digo a mis compañeros, pero también a mis escasos lectores, que nunca como ahora, en la historia de Colima, hizo tanta falta fincar nuestros mejores deseos en la esperanza. Y aunque no es consuelo tangible, no olvidemos que, ¡Spes Ultima Dea!
Colima, Col., a 5 de noviembre de 2021
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