Por Luis Enrique López Carreón

Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

A ciencia cierta, no se sabe con exactitud por qué la Organización Mundial de la Salud (OMS), bautizó con este nombre a la más reciente de las múltiples variantes del coronavirus. Pero, llámese como se llame, y aunque se procure siempre por parte de los gobiernos minimizar los síntomas, sus consecuencias y su mortandad; su letalidad y los estragos en la salud y la economía de la población más vulnerable de todo el mundo, son más que evidentes. 

En opinión de los especialistas, se desconoce aún con exactitud dónde y cuándo surgió la variante ómicron por primera vez. Pero su capacidad de propagación no tiene comparación alguna con el resto de las cepas del virus.

El director de la Red de Vigilancia Genómica en Sudáfrica (NGS-SA), Tulio de Oliveira, informó el pasado 23 de noviembre al periódico The New Yorker así: “Un miembro de nuestra red nos informó que un laboratorio privado, Lancet Laboratories, había enviado seis genomas de un virus muy mutado. Y, cuando miramos los genomas, nos preocupamos bastante porque descubrieron una falla en una de las sondas en la prueba de PCR”. Pero luego, el director de los Centros Africanos para el Control y Prevención de Enfermedades, John Nkengasong, dijo el 30 de noviembre al medio CNN así: «No podemos evaluar dónde se originó esto. Los primeros casos fueron reconocidos e identificados en Botswana y posteriormente en Sudáfrica». Pero señaló: «Identificar un virus, una nueva cepa o una nueva variante no significa que provenga de allí”. 

El medio que cito (CNN), recogió el testimonio de la Dra. Allison Glass, patóloga del laboratorio que descubrió la variante ómicron en Sudáfrica, quien informó que en Gauteng, que incluye a Johannesburgo, menos del 1% de las personas dieron positivo a principios de noviembre pasado, pero esto aumentó al 6% en quince días y al 16% el primero de diciembre. «Nuestro primer pensamiento fue: ahí va nuestro tranquilo diciembre y las vacaciones de Navidad”, se lamentó la patóloga. Y así fue. La propagación mundial de la variante ya es muy conocida. Hasta aquí dejamos la opinión de los especialistas. 

Hoy, ómicron está llegando hasta los rincones más apartados del planeta. Incluso llegó también a Palacio Nacional de la Ciudad de México, donde contagió al mismísimo señor presidente de la República, quien estaba fuertemente protegido por un escapulario, un trébol de cuatro hojas, un billete de dos dólares, y un inexpugnable escudo de honestidad (El Universal, 18/3/2020). ¿Qué podemos esperar entonces, todo el resto de los pobres y desprotegidos mortales?    

Pero el presidente ya fue contagiado en dos ocasiones. En el periódico el Universal del día ya señalado, dicen que dijo así el mandatario cuando mostró sus amuletos: “El escudo protector es como el detente… El escudo protector es la honestidad, es lo que protege, el no permitir la corrupción […]”. Entonces, conociendo ya el doble contagio del presidente, es obligado sacar la siguiente conclusión: o  son falsos sus amuletos, y es falsa también su honestidad y su combate a la corrupción, o miente el presidente atribuyendo tales milagros a sus amuletos, y entonces es falso, por lo tanto también, todo lo que él recomienda a sus gobernados en materia de salud. Juzgue usted amigo lector. 

Y hasta aquí, dado que el día de ayer redacté la mayor parte de mi artículo, yo pensaba que era ya más que suficiente con lo dicho, para dejar asentada la actitud del mandatario acerca de la nueva cepa del virus. Pero, ¡oh sorpresa! 

Al finalizar el día, me tope con la siguiente nota: “AMLO defiende uso de Vaporub y remedios caseros para aliviar síntomas de ómicron” (El Universal, 13 de enero). Confieso que ingenuamente creí que se trataba de algún tradicional “meme” de sus  múltiples detractores. Pero no fue así. En el cuerpo de su nota, el medio informó que en un video difundido en sus redes sociales, el presidente afirmó que la nueva variante ómicron es equivalente a una gripe, y por lo tanto, “recomienda el uso de Vaporub, así como remedios caseros y las caricias familiares para tratar los síntomas”. ¿En serio?, ¡¿una gripe?!, ¡¿remedios caseros?!, y además, ¡¿caricias familiares?! ¡Cuánto desprecio hay aquí, al esfuerzo de la comunidad científica mexicana y de todo el mundo! 

Y no es que no me preocupe la salud del señor presidente, pero yo, como seguramente muchos otros, estoy obligado a hablar por la salud de todos los mexicanos, y de los pobres del mundo también.  

El 23 de mayo del año pasado, el periódico El Universal Online, con datos del Estudio Impacto de los Determinantes Sociales del Covid-19, elaborado por la Facultad de Medicina de la UNAM, publicó una nota que nos puede servir muy bien para darnos una idea, de lo que nos puede esperar a los mexicanos más pobres, de seguir al pie de la letra las recomendaciones del presidente ante la nueva variante del coronavirus. 

 El medio informó, que para entonces, al menos 9 de cada 10 personas fallecidas oficialmente por el Covid-19, que ya sumaban mucho más de 200 mil, el 94% se desempeñaba en trabajos esenciales que no permitían quedarse en casa para realizar home office (trabajo en casa). Y además, que la baja escolaridad, el nivel socioeconómico precario, trabajos manuales y operativos como son empleados, choferes, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes, jornaleros agrícolas, amas de casa y jubilados y pensionados, eran quienes destacaban en la lista de defunciones por el virus. 

También dijo el medio que según la UNAM, la baja escolaridad está asociada a condiciones precarias de vida y salud y a un mayor riesgo de muerte. Que, prácticamente la mitad de las muertes referidas se produjeron en personas con un nivel académico máximo de primaria. Y también precisó lo siguiente: “El 92% de las muertes por Covid-19 sucedieron en una institución pública; el IMSS ha reportado el 52% de las muertes durante el primer año de la pandemia, seguido de las Unidades Medicas de la Secretaría de Salud, con el 32%, y el ISSSTE con el 8%. Respecto a las instituciones medicas privadas, ahí solamente falleció el 2%.” Hasta aquí lo que importa destacar. 

Finalmente diré, que los especialistas afirman que la mortalidad de ómicron es menor a las variantes anteriores. Pero en México ya rebasamos los 300 mil muertos, y llevamos tres días con un promedio de más de 40 mil contagios diarios. Con esto, y las miles de penurias que están padeciendo los mexicanos más pobres para sobrevivir, venir a recomendar ahora caricias y remedios caseros, me parece una tremenda insolencia. Por lo que se ve, estamos solos ante la pandemia. Cuidémonos todos.

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