Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
En un documento que escribí en diciembre del año pasado, me referí a la difícil situación que están enfrentando actualmente millones de mexicanos, para garantizar la alimentación suficiente de sus familias; es decir, para tener los alimentos nutritivos suficientes y adecuados que necesitan ellos y sus hijos. La información que sirvió de base para mi opinión semanal de entonces, la hizo pública el día 13 de diciembre el portal unonoticias.com, donde afirmó con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que 55.7 millones de mexicanos, el 40.7% del total de la población, sufre pobreza laboral; es decir, que con el ingreso de su trabajo, no completan ni para garantizar la alimentación de todos los miembros de su familia.
Hoy, me quiero referir a otro aspecto más de la injusticia que están sufriendo los mexicanos. Solo que éste, de no atenderse urgentemente por todos los gobiernos de todos los niveles, amenaza seriamente al desarrollo general de todo el país. Es sobre la pobreza y desnutrición intelectual, de lo que hablaré hoy.
Antes que nada quiero aclarar, que el título y los datos fundamentales de mi trabajo de hoy, me los inspiró y aportó una publicación que apareció el día 26 de enero pasado en el diario El Economista, de la organización “Mexicanos Primero”, quienes se identifican en su página oficial, como una comunidad de práctica y aprendizaje, integrada por activistas con diversas experiencias y formaciones, unidos a favor de una causa: promover y defender el derecho a aprender, de todas las niñas, niños y jóvenes en México.
Al presentar los resultados de su estudio llamado, “Equidad y Regreso sobre la presencialidad en las escuelas y aprendizaje”, la organización emitió la siguiente hipótesis: “si alguien no va a la escuela pierde aprendizaje, no se queda donde estaba; es una especie de desnutrición intelectual […]”. Y luego informó que en los dos años de pandemia en México, 23.2% de los alumnos de educación básica que dejó los estudios, fue por falta de equipo para cursar a distancia; mientras que el 23.2%, dijo simplemente que ya no quería estudiar.
Asimismo, al referirse al impacto de las desiciones tomadas por las autoridades educativas y de salud, para el regreso o no de los alumnos a las aulas, evidenció lo devastador que fue el cierre de escuelas, dado que no se instrumentaron alternativas adecuadas para seguir aprendiendo de verdad. “La falta de disposición a revisar las decisiones tomadas de parte de la autoridad federal, hace que se conforme con emitir una programación televisiva que no alcanza a compensar, ni es una opción adecuada para la mayoría de los alumnos”. Así dijo la organización que refiero.
Y luego dio a conocer los datos de su estudio, en el que participaron menores de 10 a 15 años de edad de todo el país, a quienes se les aplicó el modelo Medición Independiente de Aprendizajes (MIA), entre abril y mayo de 2021, con el cual se midió su desarrollo de aprendizaje en materias como matemáticas, comprensión de lectura y aritmética básica.
El estudio citado informó, que de cada 100 encuestados, seis abandonaron la escuela durante el año 2020, debido a la falta de recursos para estudiar desde casa; mientras que el 51.8% asistió de manera presencial; 35.11% a distancia, y 7.5% de manera híbrida.
Sobre la modalidad a distancia, el informe identificó que los alumnos empeoraron 8.3% su desempeño, ya que en el caso de los que cursaban cuarto grado, no pudieron comprender un texto; cuando en mayo de 2021, con clases semipresenciales, sí pudieron. En el caso de los alumnos que ya no están tomando clases, la encuesta indicó que su rezago fue de 23%, ya que, no obstante su grado superior en el nivel de primaria, no pudieron comprender un texto de tercer grado. Mientras que quienes asistieron a las aulas vieron una mejoría de 6.2%, y los que cursaron en modelo híbrido, mejoraron en un 5 por ciento.
Pero en el aprendizaje de las matemáticas la pérdida fue aún mayor. Los estudiantes que están en modelo híbrido empeoraron en 8.3%; en los que siguieron a distancia, la pérdida de aprendizaje se dio en 6.2%; mientras que aquellos que asistieron a la escuela, mejoraron en 10.7%, al ser capaces de resolver una división simple.
La organización “Mexicanos Primero” concluye así su estudio: «Ir a la escuela, aunque sea un solo día a la semana, hace la diferencia. No ir ningún día a la escuela, es decir, seguir a distancia, implica perder aprendizajes (…) Solo la presencialidad continua hace la diferencia en la recuperación de los aprendizajes”
Hasta aquí la información que me interesa destacar. Como podemos ver, para cualquier mexicano mínimamente informado sobre el tema, ante lo dicho, no puede evitar quedarse con una sensación de suma preocupación por sus hijos. Entonces, no obstante la cuarta ola de pandemia, urge crear ahora las condiciones necesaria en todas las escuelas del país, para que nuestros hijos puedan regresar pronto a las aulas.
Pero, parece ser que ésta no es precisamente la intención del señor presidente, y mucho menos la de sus diputados de la cuarta transformación. En el portal expansión.mx del día 27 de enero pasado, se puede leer lo siguiente: “El gasto en educación de México toca su peor nivel en 12 años”. El medio enfatiza así en el encabezado de su nota: “un menor gasto para la educación representa menos dinero para niños y adolescentes, en comparación con los recursos en pensiones, que mayormente se va a adultos mayores.”
Luego informó lo siguiente para dar fundamento a su afirmación: “Este 2022 se destinarán 883,929 millones de pesos (mdp) para el gasto público en educación, monto que representa el 3.1% del PIB, el nivel más bajo a partir de 2010, refieren cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP)”. Mientras que, “El gasto para pensiones proyectado para 2022 es de 1.4 billones de pesos, casi lo doble que el gasto educativo, esto es equivalente al 5.1% del PIB. Este gasto ha aumentado en promedio 6.5% real anual desde 2015, refiere el CIEP.” Hasta aquí lo dicho por el medio que cito.
Como podemos ver entonces con lo que aquí expongo, también en materia educativa, bajo la 4T, la suerte de nuestros hijos ya esta echada.
Aclaro que para mí, como seguramente para muchos mexicanos más, no me parece mal el incremento en las pensiones para los adultos mayores, pero, ¿por qué el presidente desdeña la suerte que, como ya vimos, están sufriendo en su educación las niñas, niños y adolescentes? ¿Acaso su presupuesto tiene fines electorales? Juzgue usted, amigo lector.
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