Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
El derecho al trabajo es un derecho fundamental. Así se lee en la página oficial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), donde se afirma también, que el trabajo es un derecho esencial para la realización de otros derechos humanos, y constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana. “Toda persona tiene derecho a trabajar para poder vivir con dignidad” (cndh.org.mx).
Pero en el México real, es decir, en éste, el que se niega a ver el señor presidente y su cohorte, este derecho, como muchos otros, son poco menos que letra muerta y papel remojado para los mexicanos más pobres y desamparados. Son decenas de millones, aunque se diga lo contrario, los hombres y mujeres que al día de hoy no tienen en verdad, la mínima oportunidad de ganarse el sustento diario para ellos y sus familias.
En las notas publicadas por los medios nacionales a finales del año pasado, se dijo que se recuperaron los empleos perdidos durante la pandemia, pero se refirieron casi sólo a los empleos formales, es decir, a las plazas reportadas por el IMSS. Pero en realidad, (tomando cuenta que son datos oficiales del gobierno), en el primer trimestre del año 2021, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Inegi, informó, que, comparando los datos del 2021, con el mismo trimestre de 2020, aumentaron en 3 millones 130 mil 004, los mexicanos que no tienen derecho a trabajar para poder vivir con dignidad, pues este rubro, que contempla a los desocupado de la Población Económicamente Activa (PEA), más los disponibles de la Población no Económicamente Activa (PNEA), pasó de 7 millones 635 mil 704 desempleados, a 10 millones 765 mil 708. De este tamaño es la tragedia, de los mexicanos que no tiene derecho al trabajo.
Pero la tragedia es aún mayor. Según la ENOE, de los 52 millones 973 mil 270 mexicanos ocupados, es decir, de los que sí gozan del derecho al trabajo, 29 millones 170 mil 354, o sea el 55.9%, trabajan en la informalidad laboral. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la informalidad incluye: “todo trabajo remunerado (tanto autoempleo como empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también, trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores.” (oitcinterfor.org).
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Entonces completemos la tragedia. Sabiendo ahora por los datos de la OIT, que la informalidad laboral es en realidad desempleo disfrazado, ya que los trabajadores de esta modalidad, como todos los desempleados, igualmente están en completo abandono por parte de todos los gobiernos, tenemos pues, que, son 39 millones 936 mil 062, los mexicanos que no viven con dignidad por estarles negado, debidamente su derecho al trabajo como dice la CNDH.
Y si alguna duda cabe aquí, acerca de la responsabilidad que tiene en todo esto el gobierno de la 4T, veamos unos datos más acerca de la informalidad laboral en México.
En una nota publicada por la página digital de El Sol de México se lee lo siguiente: “Trabajo Informal: la mayor preocupación en materia laboral para el 2022”. La nota es una entrevista que el medio realizó a Héctor Márquez Pitol, director de Relaciones Institucionales de ManpowerGroup, una empresa especializada en servicios y soluciones innovadoras en capital humano. El especialista afirmó así: “Lo más preocupante para este 2022 en materia laboral, es resolver lo que he llamado ‘el cáncer’ del empleo en el país, que es la informalidad. Al tercer trimestre de 2021 había 31.4 millones de personas con un empleo informal. Y dos millones de empleadores que no registran a su personal en el Seguro Social”.
Al preguntarle sobre los datos que maneja, afirmó, que según Inegi son 2.9 millones el número de empleadores registrados, pero que el IMSS tiene sólo a un millón 053 mil inscritos, es decir, que hay cerca de dos millones de empleadores que no registran a sus trabajadores en el Seguro Social. «Se debe cerrar la puerta a los patrones que hacen evasión. Quien te contrata sin seguridad social, no evade sino el empleador que desde un principio no asume esta responsabilidad. ¡Esa es la puerta que hay que cerrar! Sería un gran logro para el país en materia laboral». Así dijo Márquez Pitol.
Muy bien, pero, ¿qué dice a todo esto el gobierno federal?, ¿no es caso su responsabilidad, “cerrar la puerta a los patrones que hacen evasión”, como opina el especialista de ManpowerGroup? Pero, por otro lado, ¿acaso es pura maldad la de los empleadores, la que los lleva a eludir tamaña responsabilidad con sus trabajadores? Sin descartar completamente esto, yo creo que la razón es más de fondo. Y no puede ser otra que los resultados de la mala conducción del país en materia económica y laboral, ya que para nadie es desconocida la situación que vivimos también en esto. Cabe suponer pues, que la merma que sufren los empleadores en sus ganancias a causa de la baja productividad que se vive en el país, los lleva, indebidamente, a intentar recuperar tal déficit eludiendo el pago de la seguridad social y de otras prestaciones a su personal.
Dos notas más citaré a manera de indicador, para demostrar que la política económica del señor presidente no va bien.
La primera es del día ayer, 3 de febrero, y la leí en el periódico La Jornada con este título: “Nuevo trimestre económico negativo: PIB crece 5% anual: Inegi”. En la nota se dice así: “La economía mexicana creció 5.0 por ciento real en 2021, lo cual fue insuficiente para compensar la caída de 8.2 por ciento en el 2020, y fue menor a la tasa de 6.3 por ciento que pronosticó el gobierno federal”. Lo dicho, vamos de mal en peor. Y las consecuencias las pagaremos todos. Obvio, menos los que viven en un palacio.
La segunda nota parece corolario de la primera. Esta apareció el día 2 de enero en el FRANCE 24 ESPAÑOL con el siguiente título: “Récord de remesas en México: 51,594 millones de dólares en 2021”. Y luego dijo: “las remesas ya se convirtieron en la segunda fuente de ingresos de dólares al país, pues ya superaron la inversión extranjera directa o los ingresos obtenidos por el turismo”.
Y aquí tenemos ya el panorama completo. El gobierno de la cuarta transformación abandona a su suerte a los trabajadores informales, porque su política económica también es un error. La economía del país no crece, no se generan nuevos empleos, y los que se generan, están a merced de los empleadores o es autoempleo. La pobreza y los atropellos a la clase trabajadora aumentan. Y, además, las remesas que envían nuestros compatriotas del extranjero ya es el segundo ingreso nacional. El abandono ya no tiene comparación. Ojalá aprendamos la lección para cuando volvamos a elegir.
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