+Los estudiantes de Danza conocen la tradición y el Museo de Artes Populares participa en la elaboración de sus elementos simbólicos

En el marco del programa de revaloración de las tradiciones populares, el Museo Universitario de Artes Populares y la Escuela de Danza de la Universidad de Colima colaboraron en días pasados con la familia del señor Guadalupe Candelario, actual prioste y responsable de conservar los rituales tradicionales en Suchitlán, para realizar la celebración del carnaval indígena conocido como Paspaques.

Además, al igual que en ocasiones anteriores, este Museo prepara algunos elementos para dicha celebración, tales como la estructura para el enrose y el torito. También, cada año las profesoras Isolda Rendón y Lucía Arciniega convocan a estudiantes de Danza para que asistan al festejo y conozcan en vivo tradiciones que podrían representar en su labor artística.

Dada la añeja relación de apoyo de la Universidad hacia la familia Candelario, los estudiantes y colaboradores son recibidos con especial cortesía y se les permite tomar parte en los rituales y recibir comida especial para estas ocasiones, como tamales de libro y birria. En esta ocasión, los estudiantes apoyaron en la elaboración de rosarios de zuales, vistieron el altar ceremonial, participaron en el recorrido y convivieron con la comunidad.

Los estudiantes, dijo Alfredo Ameneyro Castro, del Museo Universitario de Artes populares, que dirige Guillermo Bricio Barrios, deben investigar y presentar información acerca de esta festividad con la que cierra el carnaval e inicia la Cuaresma, y que contiene numerosos rasgos de rituales prehispánicos que propiciaron el sincretismo entre dos mundos con pequeñas variantes en Colima, Jalisco, Tlaxcala, Veracruz y Guerrero.

Según la investigación que realizó Juan Carlos Reyes (+) sobre la festividad de los Paspaques en Suchitlán, éste se trata de un carnaval indígena: “A la llegada de los españoles y con la intención de evangelizar a los pueblos que vivían en estas tierras, se adaptaron los antiguos rituales a las celebraciones católicas, lo que se conoce ahora como sincretismo”, documentó.

La investigación del Mtro. Juan Carlos Reyes se publicó en 1987 por la UdeC con el apoyo del Instituto Nacional Indigenista y la Dirección General de Culturas Populares. En esos años, su autor se desempeñaba como director del MUAP.

Así pues, escribe: “las fiestas de los primeros meses del año tenían la intención de propiciar buenas cosechas pidiendo mejores lluvias, fertilidad y bendiciones para las semillas de maíz, planta que representa a la humanidad actual de Mesoamérica; los frailes vieron la oportunidad de unir estas creencias con el carnaval, en que se vuelca la alegría como preparación para un tiempo de reflexión y penitencia, la Cuaresma previa a Semana Santa”.

La investigación de Juan Carlos Reyes también señala que Suchitlán se fundó entre la ciudad de Colima y el Volcán de Fuego cuando los indios fueron despojados de su asentamiento original, el cual tenía mejor irrigación y por lo tanto era más propicio para la agricultura. Y que “a diferencia de los carnavales más mundanos propios de las costas, como los de Veracruz y Mazatlán, en Suchitlán se consolidó el ritual de ‘Los Paspaques’, un tipo de carnestolendas más cercano a las raíces prehispánicas, que aún se celebra en la tercera década del siglo XXI”.

Además, precisa que el término paspaque deriva de papaqui o papaquiliztli, que significa alegría o júbilo en náhuatl; “la cuadrilla de paspaques o papaquis, de los que dan alegría al pueblo, protagoniza esta celebración de varios días –regularmente nueve– para culminar el martes previo al miércoles de ceniza, anunciando el inicio de la Cuaresma”.

El mayordomo o prioste, apunta esta investigación, “capitanea la cuadrilla y por lo regular su casa es el lugar principal en que se hacen los rezos y se levanta el enrose o altar, donde se preparan los zuales y la comida que serán ofrecidos a los participantes; es también el lugar donde ocurre el baño, la entrega de panes a participantes y el canto, para terminar levantando el portalito, es decir el Nacimiento con que se celebran las Posadas y Navidad”.

Entre los elementos más significativos de esta tradición se encuentran los siguientes: recorridos (la cuadrilla pide limosna y ofrece rezos), el Torito (figura de carrizo, trapos, cartón y arpilla de ixtle, cuernos reales y una bolsa, que simboliza la fertilidad), banderas (limpiar simbólicamente su camino) y comida (tamales, atole, arroz con caldo de pollo y agua fresca, birria u otro guiso regional).

Otros elementos son el enrose (altar con forma de arco, hecho de bambú y carrizo, que se adorna con palmilla, laurel e imágenes religiosas), el baño (pila a un costado de la iglesia, hasta que desapareció el canal cercano; ahora suele ser en casa del prioste), pintura de pinole (aparentar barba de color claro), zuales (rosarios hechos con bolas de pinole y piloncillo -en otras regiones se hacen con amaranto y miel-) y panes (hechos de trigo con forma de corona, de palma y Jesusitos, para adornar a los participantes de la celebración).

Juan Carlos Reyes dice que otro elemento importante es el canto, esto es, “versos que se rezan frente al enrose”.

Ameneyro Castro aseguró, para finalizar, que la comunidad de Suchitlán se siente orgullosa de conservar sus tradiciones y regularmente recibe a quienes quieren conocerlas, deseando con esto que sean debidamente valoradas, que no desaparezcan y sirvan para fortalecer la cultura mexicana. En la actualidad, el señor Guadalupe Candelario es heredero de la tradición y funge como prioste; su esposa Antonia Pascual, como alguacila, y su hijo Diego, como encargado de la organización del ritual.

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