Por Luis Enrique López Carreón

Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

La semana anterior a esta que recién terminó, fue marcada por dos acontecimientos inéditos para los habitantes, transeúntes y automovilistas colimenses, así como para los turistas, la Comunidad Portuaria de Manzanillo (Copoma), y los operadores de tracto camiones que circulan por el libramiento Ejército Mexicano, de paso por la capital del Estado hacia el centro y norte del país. 

Lo que sucedió, fue que los familiares de cinco personas secuestradas, seguramente que cansadas, y conscientes de que ya no les dejaban otra alternativa las autoridades encargadas de la seguridad en el Estado, decidieron bloquear junto con familiares, amigos y conocidos, los cuatro carriles del libramiento ya mencionado, frente a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE). Lo que pedían con suma desesperación justificada, era que buscaran y encontraran de inmediato a sus seres queridos secuestrados. El saldo de esta valiente y humanitaria acción ya es conocido: dos personas rescatadas con vida, tres cuerpos torturados y ejecutados, y, a decir de la Copoma, cuantiosas pérdidas económicas por el impacto a la cadena logística del comercio internacional, y a los intereses de los importadores y exportadores de todo tipo de mercancías que entran y salen del Puerto de Manzanillo. 

De la efectividad de los bloqueos a las mercancías no diré mucho por ahora. Baste decir aquí, que con el primer bloqueo carretero se localizó a las dos víctimas con vida en casi 24 horas después de instalada la protesta; pero además, el vocero de la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz y la Seguridad en el Estado, anunció que realizaron cateos en una decena de inmuebles, detuvieron a 22 personas, y confiscaron 38 armas largas, 18 cortas, 45 chalecos tácticos, cuatro radios de comunicación, un inhibidor de señales, 14 granadas, decenas de cargadores y miles de cartuchos de diversos calibres (Diario de Colima, lunes 13 de junio). Y como ya dije, todo esto en poco menos de 24 horas. ¿Esta misma efectividad se hubiera logrado, si no hubiese existido el bloqueo en el libramiento? Sinceramente lo dudo.   

El resultado del segundo bloqueo carretero corrió con menos suerte que el primero. Las tres víctimas fueron ejecutadas. Pero lo curioso del caso fue, que los cuerpos de las víctimas fueron encontradas a poquísimas horas de haberse instalado el bloqueo en el libramiento, cuando ya los familiares las buscaban desde hacía tres días.   

Aquí la pregunta es: ¿son los bloqueos carreteros a las mercancías, una alternativa efectiva contra la indolencia de las autoridades ante la inseguridad, y la ola violenta que padecemos por todo el Estado? La Copoma, sus inversionistas y las autoridades estatales dicen que no. Pero la realidad que ya vimos, nos dice claramente lo contrario.  

Y es que, como ya todos los colimenses sabemos, el problema de inseguridad que sufrimos es sumamente alarmante. Tan sólo en el rubro de personas víctimas de desaparición forzosa, según una publicación del periódico Diario de Colima del 28 de abril pasado, con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, que, se dice, es la encargada de llevar a cabo el registro y seguimiento de las víctimas de este delito en el país, se afirma que son 1,436 personas las desaparecidas y no localizadas en Colima: 1,023 hombres y 413 mujeres. De este total, 285 víctimas son personas menores de 18 años, donde el 57.1% son mujeres. 

En el rubro de homicidios dolosos ya somos referente nacional. El 25 de mayo pasado, el mismo medio que refiero arriba, publicó, con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que Colima es el Estado con la mayor tasa de asesinatos en todo el país, pues, durante el primer cuatrimestre de este año, los homicidios dolosos crecieron más del 52.5% en comparación con el mismo periodo de 2021. El reporte correspondiente a abril dice, que en ese mes se cometieron 83 homicidios, una cifra ligeramente menor a las 96 víctimas que se registraron en marzo, pero superior a las 50 de enero y a las 70 de febrero. En total, son 299 los asesinatos registrados en estos primeros cuatro meses. Pero en mayo, el vocero de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz y la Seguridad, informó que se registraron otros 59 asesinatos, por lo que la sumatoria oficial ya va en 358 víctimas, y contando.

Y, ¿qué decir en materia de robos de todo tipo? Sirva aquí sólo como ejemplo de lo que ya sufrimos, lo que algunos medios locales han llamado “el robo del siglo”. Sucedió que, según información que circula en las redes, una docena de personas armadas sometieron violentamente al personal y vigilantes de la empresa Maniobras Alonso Mireles (MAM), un patio de maniobras de Manzanillo, y se robaron ¡20 contenedores! Así como lo lee, estimado lector. 

Los medios que registraron la noticia dicen, que en las “cajitas” había cerca de 600 toneladas en oro, plata, zinc y electrodomésticos; por lo que los ladrones tardaron en su agotadora faena delictiva cerca de 10 horas, en la que indudablemente usaron, no sólo grúas, montacargas y camiones, sino además, también una gran cantidad de impunidad, de tamaño muy superior a la carga que se llevaron. ¿Qué haremos entonces los pobres mortales ante tamañas acciones delictivas? Porque, si los señores delincuentes pudieron cargar y llevarse 20 contenedores, indudablemente que podrán cargar también, con el doble de automóviles o viviendas de “interés social”, y robárselas con todo y sus ocupantes. ¡Toda una tragedia la nuestra!    

Por esto es que conviene decir aquí, que, ante tamaña impunidad e indolencia oficial, y dado el ejemplo de las familias que bloquearon organizada y valientemente una de las principales vías de comunicación, en búsqueda de sus seres queridos, opino que ya no nos queda otra alternativa para exigir la justicia y la seguridad que tanto necesitan nuestras familias. Urge salir a protestar. Aunque reconozco también razón en la Copoma cuando exige públicamente frenar los bloqueos, creo que eso le corresponde atender exclusivamente al gobierno del Estado y su aparato de seguridad. Por lo pronto aquí ya la disyuntiva es muy clara: o la mercancía, o la vida.

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