Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

El día jueves 16 de junio pasado, leí en un medio de circulación local que un grupo de asociaciones de civiles y religiosos de Colima, convocó a orar por la paz frente a las instalaciones del Congreso estatal, donde, dijeron, entregarían además una iniciativa de ley para que se declare el 15 de julio como, el “Día Estatal de Oración por la Paz de Colima”. Y así lo hicieron. Al día siguiente un grupo numeroso de personas se congregó en el lugar señalado para la oración, y los legisladores recibieron su iniciativa.

Todos los colimenses de buena fe, saben bien que el Movimiento Antorchista recibirá siempre con esperanza todas las acciones de todos los grupos y sectores de todo tipo, encaminadas a exigir paz, justicia, seguridad y tranquilidad en todos los rincones del Estado. Reciban pues desde aquí toda nuestra solidaridad y reconocimiento, porque, como vemos, las cosas ya no están para menos.

El día sábado 18 de junio pasado, el vocero de Seguridad, Gustavo Adrián Joya, difundió en los medios locales que en lo que va del año, se tienen registrados ya 452 homicidios dolosos, es decir, un promedio de 75 asesinatos por mes. El día domingo 19 de junio, el Diario de Colima publicó que la presidenta de la Red de Desaparecidos de Colima, Carmen Sepúlveda Gómez, exigió poner fin a las desapariciones forzadas; “Explicó que la apatía del gobierno, sobre todo hacia los jóvenes, tanto hombres como mujeres, quienes son los que en su mayoría están desapareciendo, es la causa de que no frene este fenómeno”; así lo dijo el medio. Y el miércoles 22 de junio, el Centro de Apoyo a la Mujer (CAM), exigió en un medio local que se analice por qué hay tantos feminicidios en Colima, pues afirmó que en lo que va del año ya suman 53, y con esto, ya se rebasó el número de asesinatos de mujeres registrados en todo el 2021. He aquí entonces, por qué, ahora, también acudimos a la oración implorando la paz y la seguridad.

Pero en otros lugares, ya ni la oración salva. El pasado 21 de junio, el periódico El Heraldo de Chihuahua publicó así: “El asesinato de dos sacerdotes jesuitas: cronología del crimen que conmocionó a Chihuahua”. En su nota, el medio informó que, de acuerdo a los primeros reportes de las autoridades de Chihuahua, los dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y César Mora Salazar, se encontraban en el templo de la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, en lo más profundo de la sierra de Chihuahua, cuando al lugar llegó un grupo armado en persecución de Pedro Eliodoro Palma, quien se desempeñaba como guía turístico en la zona. El grupo de hombres armados abrió fuego en contra de los tres arrebatándoles la vida; después del crimen, los asesinos cargaron con los tres cuerpos y se fueron, sin que en esos momento se supiera del paradero de las víctimas y victimarios.

Pero he de decir que estos asesinatos que refiero, no solo conmocionaron y preocuparon a los chihuahuenses y a todos los mexicanos de buena fe. El periódico El Universal del día 22 de junio pasado, publicó que el Papa Francisco lamentó la cantidad de asesinatos que se registran en México, después de que se conociera la muerte de los dos sacerdotes jesuitas, a los que llamó hermanos, pues también pertenecen a la misma orden religiosa. El medio publicó un tuit del Papa: “Expreso mi dolor y consternación por el asesinato en México, anteayer, de dos religiosos jesuitas y de un laico. ¡Cuantos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas, sino que sólo aumenta los sufrimientos innecesarios.” (Papa Francisco, @Pontifex_es, 9:00 AM, jun 22, 2022)

En torno a esto mismo, el jueves 13 pasado, en el periódico El Sol de León apareció una nota con el siguiente título: “AMLO está cegado con estrategia de `abrazos, no balazos´: rector de la Ibero”. El medio registró la declaración del rector jesuita de la Universidad Iberoamericana Torreón, Juan Luis Hernández, en la Reunión Anual del Sistema Universitario Jesuita celebrada en la ciudad de León Guanajuato, que integra a ocho campus en todo México.
Luego de denunciar que en el asesinato de los sacerdotes, el gobierno actuó cuatro días después por presión internacional de la comunidad Jesuita, hizo un llamado al gobierno federal a una autocrítica responsable, y afirmó: “La estrategia de apostarle a las políticas sociales es mirar a largo plazo, lo que necesitamos es que el narco no avance, además quitarle el control de los territorios, y para eso hay expertos, y para eso el presidente tiene que escuchar a la sociedad civil, a las universidades, a los empresarios, tiene que hacerlo de la mano con la sociedad; hace mal en no escucharnos, está concentrado en su estrategia, pero no se puede dejar a la ciudadanía y tener un estado ausente. La sociedad tributa doble en México, para el SAT y para quienes los extorsionan, esto es inadmisible”

Yo comparto lo que dice el señor rector de la Ibero de Torreón. Y me solidarizo también desde aquí con la comunidad Jesuita por la pérdida de sus integrantes. Sólo que aquí hay que decir, que el problema es que el señor presidente ya decidió no escuchar a los mexicanos de buena fe. Y calumniará hasta la saciedad en sus mañaneras, a todo aquel que, como el Movimiento Antorchista Nacional, se atreva a contradecir sus ocurrencias presidenciales. Para él, ya nada importa más que la sucesión presidencial que se avecina, donde, evidentemente, buscará con su poder encumbrar y perpetuar en la presidencia a sus correligionarios más cercanos, no importando que para ello, al final de su mandato, en su retirada, deje un reguero de sangre inocente por todo el país. Aquí ya solo queda la solidaridad de todos los agraviados, para que, en la elección que viene, de manera organizada y consciente, llevemos juntos al país por un nuevo rumbo, por uno mejor, por uno más humano y justiciero para todos. Que así sea.

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