Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Así es, estimado lector; los colimenses, y seguramente que también millones de mexicanos, vivimos ahora en constante zozobra por tres fenómenos, que, como las milenaria plagas bíblicas, nos mantienen casi a todos en amenazante peligro, me refiero a los terremotos, los huracanes y la inseguridad. Cuando ya casi salíamos de los peligros de la pandemia que diezmó a la población mundial, nos cayó encima la inseguridad desbordante; con esto, se nos dijo entonces que lo mejor sería resguardarnos en nuestras viviendas. Vino luego la temporada de huracanes con sus furiosas tormentas, y la recomendación fue la misma: ¡si no es muy necesario, no salgan de sus viviendas! Pero luego aparecieron los terremotos, y se nos recomendó salir a la calle para no morir aplastados.
Ahora, como la furia de las tormentas eléctricas no cesan por las noches, y al mismo tiempo de madrugada nos atosigan los temblores de la tierra, ¿qué hacer?; si salimos de las viviendas, exponemos a nuestros hijos a los peligros de la furiosa tormenta; si no salimos, los exponemos a morir aplastados por nuestra propia vivienda. Y aquí, a simple vista, pareciera que no hay más remedio, como no sea encomendarnos al supremo creador.
Pero, con el riesgo siempre presente del equívoco involuntario, yo sostengo que sí lo hay. Sólo que, para que este remedio estuviera siempre y a la mano, haría falta que las autoridades gubernamentales se pusieran a hacer en serio, todo aquello que prometieron en campaña, y para lo cual fueron electos por todos los mexicanos.
Creo, que mucho remedio se encontraría, si las autoridades dejaran de tratar a todos los fenómenos sociales y naturales, como meras casualidades fatales del destino. Si entendieran, por ejemplo, que las casualidades son siempre e indefectiblemente hijas naturales de la causalidad; es decir, que en el carácter casual y fortuito de la presencia de cada fenómeno, cualquiera que este sea, hay siempre una causa profunda que lo explica y lo promueve. Prever, atender y tratar de resolver con anticipación las posibles consecuencias de las causas profundas de los fenómenos, no es lo mismo, que tratar de atender y resolver las consecuencias de la presencia casual de los mismos.
Ante lo que ya vemos ahora por todos lados a causa de los sismos, pregunto: ¿no sería mejor implementar con anticipación un programa permanente de supervisión, reforzamiento y mejoramiento de viviendas, edificios públicos y privados, y de la infraestructura urbana en general, en vez de un programa después del temblor para recoger víctimas, muertos, escombros, lamentaciones y reporte de daños?
Pero, bien pudieran argumentar aquí nuestras autoridades, que contra los fenómenos naturales nadie puede, y es cierto. Por eso preciso que no se trata por ahora, de afectar a los fenómenos en sí para evitarlos, sino de prever y afectar sus posibles consecuencias para hacerlas menos destructivas y mortales. Y no nos hagamos. Conocer bien los fenómenos naturales, es conocer también sus posibles consecuencias.
Dado que ya he abortado el tema de la inseguridad en otras muchas ocasiones, hablaré ahora brevemente del tema de los fenómenos naturales que ya dije líneas arriba. Veamos.
Las autoridades gubernamentales saben bien, que casi desde lo elemental de la educación básica, se nos enseña a distinguir la ubicación geográfica del lugar donde vivimos, y, por tanto, de esa manera es como llegamos a tener conciencia también de la ubicación geográfica de nuestro Estado y del país. Desde entonces aprendemos a distinguir las características geográficas principales de nuestra entidad. Es por esto que los colimenses sabemos bien, que, a diferencia de otros estados del país, Colima se ubica a 570 metros sobre el nivel del mar, y comparte al oeste una franja de 142 kilómetros de litorales con el Océano Pacífico. Es esta la causa fundamental y profunda, de la temporada de huracanes y sus consecuencias que azotan ineludiblemente a la entidad de mayo a noviembre de cada año. ¿Qué hicieron en lo fundamental las autoridades, con anticipación, para prever las fatales consecuencias que hoy estamos padeciendo?, y, ¿qué están haciendo para el próximo año? Juzgue usted, amigo lector.
De la escuela aprendimos también, que Colima se encuentra ubicado en una de las regiones sísmicas más activas del mundo; pues, junto con el país, se ubica dentro del área conocida como Cinturón Circumpacífico, donde se concentra la mayor actividad sísmica del planeta. Este cinturón, llamado también de fuego, rodea casi totalmente el Pacífico y se extiende a lo largo de las costas de América del Sur, México y California hasta más allá de Alaska.
También conviene decir, que, por lo que se sabe, toda la superficie terrestre del planeta esta dividida en enormes fragmentos de tierra, y se asemeja a un inmenso rompecabezas. La tectónica de placas, es la teoría que explica la estructura y dinámica de toda la superficie terrestre, y establece que la litosfera, es decir, la zona dinámica superior, externa y rígida de la Tierra, está fragmentada en una serie de placas que se desplazan sobre la astenosfera, que se define como una zona relativamente plástica del manto superior terrestre, que alcanza hasta unos 660 kilómetros de profundidad. Toda la litosfera está dividida en unas 15 placas de gran tamaño y más de cuarenta microplacas.
Según el Servicio Geológico Mexicano (SGM), la alta sismicidad en el país se debe principalmente a la interacción entre las placas de Norteamérica, la de Cocos, la del Pacífico, la de Rivera y la del Caribe. La placa Norteamericana se separa de la del Pacífico, pero roza con la del Caribe y choca contra las de Rivera y Cocos, de aquí la incidencia de los sismos. El SGM dice también que Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Colima y Jalisco, son los estados con mayor sismicidad en el país debido a la interacción de las placas ya mencionadas. También por esta misma acción son afectados los estados de Veracruz, Tlaxcala, Morelos, Puebla, Nuevo León, Sonora, Baja California, Baja California Sur y la Ciudad de México.
Lo dicho hasta aquí, ya nos permite saber entonces cuál es la causa profunda de los sismos que ahora padecemos. Por tanto, ¿cuándo volverá a temblar en Colima? ¡Siempre! Conocemos la respuesta porque conocemos ya la causa profunda. ¿Qué día y a que hora volverá a temblar? He ahí la casual. Entonces, ante la inminencia de los terremotos, las autoridades de todos los niveles deben actuar. Es su obligación. Exijamos pues un verdadero programa de mejoramiento a la vivienda popular y a toda la infraestructura en general. La naturaleza nos da la razón.
Colima, Col., a 22 de septiembre de 2022