He tenido la posibilidad de viajar en muchas ocasiones y de hacerlo en avión, muchas más. Está vez una historia de amor me llevó a una ciudad que no tenía en el radar visitar, no por lo menos pronto, ni siquiera me llamaba la atención.

El amor, que sigue siendo la fuerza que todo lo puede y que, entre humanos, podría decir que es lo que nos hace, nos junta, nos mueve… Me llevó a visitar Ciudad Juárez, Chihuahua.

El adolescente de la familia se enamoró virtualmente, sí, por medio de los video juegos, y se enamoró de la persona con la que entablaba partidas de hasta una hora. Supongo que la chica (ahora sé que se llama Luna, que tiene cuerpo, rostro y familia) seguramente se llamaba en lo virtual algo así como: AR-19LN y mi adolescente, seguramente tenía un nombre parecido.

Vaya a saber cuántas partidas tuvieron que pasar para que él y ella supieran que él era él y que ella era ella, Santiago y Luna, Luna y Santiago. Cuando nos dijo que era su novia casi no lo podíamos creer, aunque yo sí, puesto que pasaba ene cantidad de horas conectado a esos aparatos, jugando con sus amiguitos virtuales, como le digo yo.

Vi una imagen (foto) de Luna y entonces me di cuenta de que no era AR-19LN ni mucho menos, sino una chica, una chica con sueños, con aspiraciones, con metas, con la confianza de mandar una imagen real de ella a una persona que no conoce en persona sino nada más en la virtualidad. Perdón, pero yo todavía soy muy desconfiado de todo esto que se da por lo digital. Ahora recuerdo un puñado de historias (literatura) que surgió con este tema: el del amor por medio de las redes sociales, el internet.

René Avilés Fabila se encarga de narrar una de ellas: El amor intangible, se llama aquella historia de amor surgida desde el internet, el libro se publicó en 2008, cuando esta fiebre recién comenzaba, en fin.

Lo importante es que Luna existe y es real.

La otra cuestión que nos mortificó a mamá y a mí de esta relación a distancia, es que Luna no se ocultara bajo una foto falsa y que Santiago en realidad hablara con una persona y no con un pervertido/a, o con un bot… seguramente ella y su familia tenían la misma preocupación, seguramente.

Los adolescentes manejan mucho mejor la tecnología que yo, vi, entonces, que se hacían video llamadas y que Luna en efecto era Luna, una niña muy simpática debo admitirlo. Ahí entendí el por qué pasaban horas y horas y horas conectados, charlando, jugando, platicando incluso cuando íbamos al súper mercado o al cine. Una relación a distancia es complicada pero, repito, el amor, el amor todo lo puede.

El siguiente paso fue verse en persona y justo es lo que nos llevó a conocer a

Luna y a su familia hasta Ciudad Juárez, kilómetros de distancia de nuestra Colima, ja, creo que ya siempre le diré nuestra Colima, jejejeje.

Un viaje siempre es emocionante y sí, cuando me dijeron que íbamos dije vamos, aunque siempre puse algunos peros, sobre todo por cuestiones de dinero, de tiempo en el trabajo, de organizarnos, de movernos todos, de pedir permisos económicos y así. Dos veces cancelamos el viaje, la primera ocasión por algunos gastos inesperados en las vacaciones de Semana Santa; la segunda, nos canceló el vuelo la aerolínea, por mantenimiento a las aeronaves.

El siguiente temor fue que al llegar a Ciudad Juárez, la familia de Luna no fuera

una secuestradora (jajajaja, perdón, pero como está la situación en el país uno ya no sabe) y que nos recibieran bien. De esto último diré que es una gran familia, que nos prodigaron mucha hospitalidad, amabilidad, cortesía, paseos, y nos recibieron como hace mucho no me recibía alguien totalmente desconocido, con los brazos abiertos, más que abiertos, dispuestos.

El amor todo lo puede, repito. Y al estar frente a frente todos los temores se nos quitaron, todos los temores se diluyeron y el abrazo adolescente llegó. Smells like teen spirit, escribió y convirtió en himno Kurt Cobain, y ahí volví a sentir ese espíritu del que habla en la canción. La familia de Luna es gente buena, de trabajo, de lucha, que abrazaron a Santiago y a nosotros por igual, fuimos pares por un momento, humanos con los mismos sueños.

Santiago ya conocía, también por los video juegos a Fer, el papá de Luna y creo que también a Perla, su mamá. Mirna y yo no jugamos a nada, yo si acaso Mario Bros y nada más, prefiero perderme en la lectura y la escritura y darle rienda suelta a la imaginación, tratar de hacer tangible, algo intangible; esto fue lo que hicimos en este viaje, dejar que dos mundos, dos seres, dos personas, se vieran, se reconocieran, uno frente al otro, otra frente al uno.

Qué dicha saber que en el mundo todavía existe gente de bien, gente buena que, repito, me recibieron a mí y a mi familia como hace tiempo un perfecto desconocido no me recibía, ahora puedo decir que tenemos una nueva familia lejos de nuestro hogar…

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