Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Sé que ya lo dije en alguna ocasión, pero es preciso repetirlo: la terrible situación económica y social en que nos tienen sumidos todos los gobiernos de ahora, nos condena a sufrir el tormento perpetuo del Sísifo mitológico.
En la mitología griega, Sísifo fue un personaje a quien se le atribuye la fundación del reino de Éfira, hoy conocida como Corinto, ubicada entre el Peloponeso y la Grecia continental. Se dice que, dada su notable astucia y ambición, había engañado constantemente a los dioses, escapando incluso alguna vez del inframundo. Finalmente, enviado al mundo de los muertos, Sísifo fue obligado a cumplir un castigo, que consistía en empujar una pesada y enorme piedra cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez, por toda la eternidad.
La analogía vale, por todo lo que sufrimos en todos los ámbitos los mexicanos a cada principio de año. La sabiduría popular le llama a nuestro moderno castigo, “la cuesta de enero”; y es así, porque pareciera que estamos precisamente cuesta arriba, en la parte más baja de un camino ascendente, muy inclinado, llevando a cuestas una pesada carga que contiene todos nuestros problemas personales, familiares y sociales del año inmediatamente anterior. En términos económicos, se sabe que la cuesta de enero, es el nombre que reciben en varios países de América Latina, el conjunto de aumentos de precios de todos los productos y tarifas de servicios, así como las tasas de interés que se incrementan al inicio de cada año. Y, parece esto un castigo tormentoso de los dioses, porque, no obstante, el sumo esfuerzo que hagamos durante el año para solventar todo cuanto sufrimos, al año siguiente estamos igual o peor; y entonces debemos empezar de nuevo.
La gravedad de este tormento social ha sido tal, que las autoridades federales, seguramente que para conjurar una posible inconformidad popular general de dimensiones incontrolables, el 4 de mayo del año pasado inventó una medida analgésica contra la carestía y la inflación, que ni ellos mismos se la creen: “El Paquete Contra la inflación y la Carestía” (Pacic). La idea fue, otorgar a ciertas empresas una licencia única y universal para la importación de alimentos, con la que se les eximía de todo trámite (y costo) y de permisos sanitarios. Pero todo ha resultó agua de borrajas. Ante esto, la medida se refrendó el 3 de octubre de 2022, y se relanzó del 6 de enero hasta el 31 de diciembre de 2023. Pero, por lo que ya vemos hasta hoy, salvo las empresas escogidas, yo no auguro beneficio alguno para los mexicanos más desamparados.
Veamos un poco en qué va nuestro tormento. “Cuesta subir la cuesta”, así pubicó el 15 de diciembre de 2022 el portal elfinanciero.com.mx; y abundó: “La cuesta de enero de 2023 podría tener una “pendiente” más pronunciada [¿más?]. En un contexto en el que los niveles de inflación en México alcanzaron su mayor nivel inflacionario en 20 años, y el Banco de México (Banxico) incrementó su tasa de interés, la cena, los regalos, entre muchas otras cosas, serán mas caros.” Así estabamos antes de empezar a escalar.
Luego, el 25 de enero de 2023 leí así en terra.com.mx: “La cuesta de enero cada vez se sigue resintiendo más entre millones de familias en todo el país, y uno de los principales motivos es por el reciente aumento en el precio de la canasta básica, debido a la inflación que está presente en México durante este inicio del 2023”. En este contexto, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), dio a conocer que el precio de la canasta básica, que incluye 24 productos para el consumo de una familia de tres miembros durante una semana, durante enero de este 2023, cuesta 1,038 pesos en promedio. Aclaro yo que no entran aquí los gastos de los servicios, el transporte, el vestido, la vivienda, la recreación, pago de deudas y otros.
Sigamos con otro fardo más para cargar en la cuesta. Esta nota es también de El Financiero, pero del día 26 de enero, y la tituló así: “Cuesta de enero: Kilo de huevo llega a 48 pesos y no para…”; y se dijo ahí que el huevo, un alimento fundamental de la canasta básica, se encuentra hasta en 48 pesos en algunas tiendas de abarrotes, seis pesos más del precio al cierre de 2022, y se estima que seguirá subiendo. ¿Ya ni para huevos?
Pero ya nadie se salva. Ayer, dijo el periódico local El Noticiero que los tamales subieron de precio; aquí la mala noticia: “…los tamales para celebrar el Día de la Candelaria subieron hasta 33%, los ajustes en los precios ocurrieron tanto en puestos de la esquina como en los negocios especializados y en los supermercados”. Y finalmente, hoy, 2 de febrero, leí en el mismo periódico, que el conjunto de los 33 productos considerados mínimos indispensables en la dieta de las familias mexicanas, por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), acumuló un alza de 1.0% durante enero. Y que, de acuerdo al levantamiento de precios que se realiza mes con mes, en diciembre de 2022 se necesitaron 1,996 pesos con 40 centavos para adquirir la canasta alimentaria, cantidad que llegó a 2,016 pesos con 70 centavos en enero. Toda una tragedia.
Y en contraparte a todo esto, un ejemplo muy relevante que refleja fielmente el tamaño de la desgracia que llevamos a cuestas en la cuesta. Los albañiles, que en México representan una fuerza laboral de 1.66 millones de personas, reciben un salario promedio de 7,500 pesos al mes (es decir, 1,875 pesos semanales) trabajando 44.1 horas a la semana (Mi Bolsillo, 31 de enero de 2023). ¿Cómo harán entónces para llegar a la cima de este suplicio?
Pero no desesperemos. En la realidad, no hay mal que dure para siempre. Sísifo estaba sólo contra los dioses. Los mexicanos tenemos la organización y la Constitución de nuestra parte. Ya llegará entonces el momento de ajustar las cuentas. Por lo pronto, sigamos escalando organizados. Nos leemos en el próximo.