Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
En el prefacio a una de las obras de 1884 atribuida al filósofo y economista alemán Federico Engels, leí algo que a continuación reproduzco, como introducción a la opinión que quiero compartir el día de hoy. Dijo así Engels: “Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por estas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia, de la otra.”
En 1876, en otra de sus obras, Engel ya se había referido a la gran importancia que representa para la humanidad, la producción de medios de existencia, es decir, del trabajo. Cito nuevamente al economista: “El trabajo es la fuente de toda riqueza. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es a tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al hombre mismo.”
Aquí podemos decir, entonces, que, venir a afirmar ahora, que se puede mejorar las condiciones sociales de los ciudadanos de determinado Estado o país, en cualquier orden social de que se trate, ignorando o desdeñando de plano el desarrollo de la producción en general, es decir, el grado concreto de desarrollo del trabajo y de las familias mismas, es, a no dudarlo, no sólo un craso y garrafal error, sino, además, una pura y simple charlatanería oficial.
No olvidemos además, que, históricamente, ha sido siempre el trabajo de los hombres y mujeres laborantes de cada época, el sostén y garantía casi exclusivo del bienestar de todas las sociedades que nos han antecedido; y que, si en algún momento esto no ha sido así, es sólo porque los gobiernos, bajo el moderno sistema de producción capitalista, solapan y permiten que los empresarios y potentados, no compartan con los trabajadores la parte de riqueza que, en términos económicos, por derecho les corresponde.
Y aquí tenemos ya a los modernos gobiernos de ahora, que, en vez de generar y ofrecer trabajo suficiente y bien remunerado a quienes lo necesitan, para mejorar el bienestar de sus familias, ofrecen tan sólo, a conveniencia, pobres ayudas con Programas de Transferencia Monetaria, sustituyendo así la obligación económica que tienen los empresarios capitalistas con sus trabajadores.
Pero la historia, que todo lo descubre siempre a su debido tiempo, no se deja nunca engañar por charlatanerías mañaneras, aunque se digan estas desde un púlpito sumamente inmaculado. Porque, entonces, que diga alguien ahora, con las evidencias a la mano, ¿dónde están, en concreto, las familias que han salido ya de la pobreza, con puras y simples ayudas monetarias otorgadas por los sexenios gubernamentales?
Pero no vayamos tan lejos a buscar la verdad. Veamos como ejemplo relevante, la actual situación del Estado más pequeño y despoblado de todo el país: Colima, cuya población no llega a superar aún ni el millón de habitantes distribuidos en su territorio.
Aquí, después de más de cuatro años de ayudas monetarias otorgadas por la Secretaría del Bienestar, y de poco más de un año de gobierno estatal morenista, resulta que ahora los colimenses estamos más pobres que cuando nos gobernaba la mafia del poder de los neoliberales. “Crece pobreza en Colima”, así publicó en su primera página un medio local el pasado miércoles 15 de febrero; y luego afirmó: “Informe 2023 de la Secretaría del Bienestar acepta también aumento en pobreza moderada y pobreza; también se incrementan las personas sin acceso a la salud y la seguridad social.”
Y los datos que ahí se dan, que proceden de la misma Secretaría del Bienestar, no dejan lugar a dudas. Las puras ayudas monetarias son un error; estamos peor. Veamos. Según el Informe Anual Sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2023, ahora, 21 mil 300 colimenses se encuentran en situación de pobreza extrema, mientras que en 2022 eran sólo 13 mil 652 personas; el incremento fue de 55%. En situación de pobreza, el informe dice que son 218 mil 600 las personas que están en esta situación, mientras que en 2022 eran 196 mil 45; el incremento fue de 11.5%. En pobreza moderada el incremento fue de 8%, pues en 2023 suman 197 mil 300 personas en esta situación, mientras que en 2022 eran 182 mil 393. En números totales, los colimenses en pobreza aumentaron en 45 mil 110, un 10.3%, pues pasamos de 392 mil 92 personas registradas en 2022, a 437 mil 200 del año actual, el 59.7% de la población total. He aquí el tamaño de la tragedia que vivimos.
Y, no obstante, todo esto, el empecinamiento oficial no tiene comparación. Es una realidad que no hay empleo suficiente, y el que hay, no es remunerador por los altos incrementos a los precios causados por la inflación, todo está sumamente caro; no hay inversión oficial ni obra pública en las ciudades, pueblos y colonias, y las pocas obras y servicios que hay, son pésimos, caros y usados con miras electorales; el sistema de salud es sumamente deficiente, no hay medicinas que alcancen, y la situación de seguridad social ya quedó referida; además, las carreteras y autopistas son malas y muy inseguras, y los costos de peajes de las cacetas sumamente elevados.
Y, ¿cuál es la reacción a todo esto por parte del gobierno federal? La misma que está generando más pobreza, como ya dijimos de Colima. La respuesta oficial la dio la misma Secretaría del Bienestar en su página electrónica el día 28 de noviembre del año pasado: “Aumenta inversión de los Programas para el Bienestar: 598 mil millones de pesos”, el 7.21 por ciento de todo el presupuesto total que ejercerá la Federación en el año que corre.
Pero la conclusión es clara y alarmante. Promover sólo la entrega de apoyos monetarios, sin promover al mismo tiempo el empleo remunerado y suficiente para todos los que lo necesiten, es un craso error que aumentará la pobreza en general. Pero ya no hay de otra, sólo nos queda la protesta solidaria y organizada permitida por la Constitución, para hacer entrar en razón a los gobiernos que se niegan a leer correctamente la historia y la realidad. Ojalá reaccionemos a tiempo. Nos leemos pues en el próximo comentario.