Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Ya son varias las ocasiones en que he leído, que, refiriéndose a las acciones y obras emprendidas y gestionadas por su gobierno municipal en su segundo período como mandataria, la presidenta de Manzanillo, Griselda Martínez, dice que con ellas está logrando “resarcir el tejido social” entre toda la población. Y como digo, lo repite tanto y con tanta vehemencia en todos los medios de difusión que tiene a su alcance, que, procurando un poco acomodar las cosas en sus justos términos, me permito hoy pronunciarme con algunas ideas que ojalá sean de utilidad para mis escasos lectores.
He leído de algunos que se dicen especialistas en el tema, y creo que la presidenta de Manzanillo también, que, el tejido social, se define como, “un conjunto de relaciones efectivas que determina las formas particulares de ser, producir, interactuar y proyectar en la familia, la comunidad, el trabajo y el ciudadano. Por lo que el tejido social, es un componente del comportamiento que genera identidad, consenso y sentido de pertenencia, es un activo individual y grupal cuya presencia da cuenta de una comunidad participativa, unida y coherente. Su fuerza, es una condición para lograr el beneficio de las grandes mayorías nacionales.” (Tejido social competente para la participación ciudadana en el gobierno de las ciudades. Entramado, Enero – Junio 2021. vol. 17, no. I, p. 44-68).
Es decir, entonces, que, en opinión de los autores de la revista que refiero, y por lo que veo, en opinión también de la presidenta Griselda Martínez, el tejido social determina las condiciones del ser social; y que, por tanto, basta con procurar “resarcir el tejido social, para mejorar las condiciones del ser, es decir, de las mayorías. Pero esto, es un craso y garrafal error, que la historia tarde o temprano terminará por develar en toda su magnitud.
Pero, además, creer que, con algunas obras públicas y una política sesgada de gobierno municipal, se puede resarcir o mejorar el tejido social de una ciudad determinada, razonándolo ya en serio, es algo que resulta ya muy divertido, por decir lo menos.
Intentemos un razonamiento serio, aunque un poco trivial, para entender un poco lo que quiero decir hoy.
Después de 1845, en sus magistrales obras sobre filosofía, historia y economía política, el inigualable economista y erudito alemán Carlos Marx, procurando poner en consonancia la ciencia de la sociedad con la base materialista, y reconstruirla sobre esta base, afirmó que, “si el materialismo en general explica la conciencia por el ser, y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad, exige que la conciencia social se explique por el ser social”
Pero dijo más. “En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.” Y concluyó: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una superestructura política, jurídica, y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social el que determina su conciencia.” Fin de las citas.
Dicho en términos más coloquiales, y con relación al tema con el que empezamos este trabajo, no es el tejido social (la conciencia social), la que determina el bienestar social y productivo de los ciudadanos (el ser social), sino al contrario; el bienestar productivo de los ciudadanos condiciona, y condicionará siempre, el tejido social en cualquier sociedad de que se trate.
Entonces, ¿bastará con que se procure “resarcir el tejido social”, como dice la presidenta de Manzanillo, para conseguir la mejoría social de todos los manzanillenses? Me temo que la presidenta Griselda, otra vez se equivoca.
Pero, veamos qué fue lo que motivó realmente a la presidenta del municipio porteño, decir semejante patraña, aparte de su total desconocimiento de la historia, es decir, de la ciencia de la sociedad ya muy difundida.
El día 16 de febrero pasado, un medio local publicó una nota: “Somos un gobierno humanista, no de poses: Grisela”; y dice el medio que ahí fue cuando aseguró otra vez, la presidenta que se trabaja para “resarcir el tejido social”. Se trató del anuncio de cinco obras para Manzanillo, conforme al Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, (SEDATU), por un monto superior a los 170 millones de pesos. Es decir, se trata de la inversión en el municipio de recursos públicos federales, debidamente etiquetados, decididos y manipulados por la Presidencia de la República, que, aunque es cierto que beneficiarán, en el tema de la recreación, a un considerable número de manzanillenses, no hay manera de asegurar que, con estas obras, la gente vaya a estar menos pobre y marginada de lo que ya está.
Y, muestra irrefutable de que lo que yo digo es cierto, lo prueba la declaración misma de la Secretaría del Bienestar, es decir, del gobierno federal, a un medio local hace pocos días, donde afirmó, que, a más de cinco años de implementados los Programas del Bienestar, creció en todo el Estado, un 55% la pobreza extrema, 11.5% la pobreza en general y 8% la pobreza moderada. Y aquí, ni modo, aunque se diga “resarcir el tejido social”, Manzanillo no se salva de esto ni con pomada de la campana.
Pero no sólo eso. Según INEGI, cayeron los indicadores de empleo en todo el Estado; ahora, en datos oficiales, 45 mil 110 personas de la Población Económicamente Activa (PEA), donde tampoco se salva Manzanillo, están desempleadas. Y ya ni hablar de la falta de atención médica y medicinas; de la falta de mejores y más seguros espacios educativos; de la falta de infraestructura popular; pero, sobre todo, de la falta de seguridad. Estamos viviendo por todos lados una verdadera tragedia social.
Los gobiernos todos, deben dejarse ya de discursos hueros y sin sentido, y cumplir su promesa de mejorar las condiciones materiales de sus gobernados, para poder mejorar así la productividad de ellos y sus familias. Mejorar la vida del ser social, es mejorar la conciencia social. Todo lo demás que se diga, son puras patrañas. No lo olvidemos.