Por Luis Enrique López Carreón

Dirigente del Movimiento Antorchista en Coima

 

Al margen de la retórica que mi comentario de hoy pudiera despertar, la realidad, maestra y rectora de todo cuanto ocurre, siempre se impone. Sí, otra vez los mexicanos escucharemos por doquier los cantos de las Sirenas. Sólo que estas modernas y temidas criaturas no son como las describió alguna vez la mitología griega, es decir, seres híbridos con cuerpo de ave y rostro de mujer, mito que con el tiempo evolucionó hasta convertirlas en mitad peces y mitad humanas, que enloquecían hasta la muerte a los marineros que tenían por suerte la desgracia de toparse con ellas, y escuchar sus melodiosos e irresistibles cantos. No, no son así nuestras modernas Sirenas. Ahora, para afinar mucho más su encanto seductor, su figura externa se asemeja a cualquier ciudadano común, tan común incluso, como al más común de los mortales; y su cola, antes fácilmente visible como la de un pez, ahora, aunque no se distinga a simple vista, es algo semejante a lo que suelen arrastrar por doquier los que pasan por roedores. Pero lo que dicen es igual de enloquecedor y mortal. Sólo que ahora, no enloquecen con cantos, lo hacen con discursos. Dispongámonos pues a sufrir lo que digan, los candidatos y candidatas presidenciales.

Y lo que digo no es para menos. El primero que echó a andar su maquinaria electoral fue el mismísimo presidente de la República desde su púlpito oficial, quien, para socializar e imponer su ilegal acción, ha dado por llamar él mismo como “corcholatas”, al montón de morenistas y aliados interesados en la candidatura presidencial. El presidente, cual infante malicioso con juguete nuevo, ya tendió su tablero de ajedrez en el patio principal de Palacio Nacional, y, bajo los reflectores nacionales de su mañanera, obliga a ver cómo, es que juega la partida de ajedrez consigo mismo, pues todas las piezas, negras y blancas, son todas de él. Y, aunque oficialmente no se ha dado aun el toque de arranque del juego, el presidente ya está dando a conocer a sus triunfadores, poniendo el nombre de ellos en cada barda que se topa y en cada espectacular que se le ocurre, al mismo tiempo que los exhibe donde quiera que su autoridad los impone. Y desde luego, las Sirenas comenzaron su canto.

Y mientras tanto, ¿qué hace la oposición? Para empezar, aunque todavía no se sabe bien si son verdadera oposición o no, andan, eso sí, con su montón de fichas y su tablero bajo el brazo. Pareciera que no han tendido completamente su tablero aliancista, por si el presidente tuviera el gesto atrevido de invitarlos a jugar en el de él. Pero los nombres de los prospectos y autoproclamados, ya circulan por doquier. Aquí, aunque no tienen el volumen suficiente de que goza el señor presidente y sus corcholatas, también hacen lo suyo por lanzar a los cuatro vientos sus cantos y discursos adormecedores de Sirena. 

Y entonces, ¿qué hacer ante semejante y fatal panorama?, ¿cómo sortear semejante transe que está por vivir nuestro país? Dije antes, en otro momento y con otro tema, que la historia, que no es más que la realidad misma en su entero devenir, es y ha sido siempre la maestra insobornable de la humanidad entera. La respuesta es la educación política y la organización de todos los mexicanos; es decir, el conocimiento científico de la realidad social, y la participación activa de todos en todos los ámbitos.

Volvamos a las enseñanzas de la mitología. En el Canto XII de la obra del inigualable poeta llamado Homero, se narran unas de las peripecias sufridas por el héroe Odiseo en su regreso a su natal Ítaca, luego de su participación activa en la guerra de Troya. El héroe y sus compañeros de viaje deben, como fatalidad de su destino, navegar por los dominios mortales de las criaturas mitológicas que ya hemos descrito líneas arriba. La suerte está echada para los viajeros. Pero, para fortuna de los navegantes, cuentan estos de su lado con los dones y sabiduría de Circe, la hechicera hija de Helios y la ninfa Perseis, que, en un gesto solidario y curiosamente humanista, recomienda a Odiseo la mejor manera de transitar a salvo por los dominios de las Sirenas. 

Trascribo para evitar equívoco, lo que Homero dejó dicho en su inmortal obra, sobre lo que Circe dijo a Odiseo al momento de su partida: 

“Lo primero que encuentres en ruta será a las Sirenas, que a los hombres hechizan venidos allá. Quien incauto se les llega y escucha su voz, nunca más de regreso al país de sus padres verá ni a la esposa querida ni a los tiernos hijuelos que en torno le alegran el alma. Con su aguda canción las Sirenas lo atraen y le dejan para siempre en sus prados; la playa está llena de huesos y de cuerpos marchitos con piel agostada. Tú cruza sin pararte y obtura con masa de cera melosa el oído a los tuyos: no escuche ninguno aquel canto; sólo tú lo podrás escuchar si así quieres, más antes han de atarte de manos y pies en la nave ligera. Que te fijen erguido con cuerdas al palo: en tal guisa gozarás cuando dejen oír su canción las Sirenas. Y si imploras por acaso a los tuyos o mandas te suelten, te atarán cada vez con más lazos. Al cabo tus hombres lograrán rebasar con la nave la playa en que viven esas magas” (Odisea, Homero, Canto XII)

La obra dice que Odiseo y sus navegantes sobrevivieron al paso de las Sirenas. Vivieron, porque hicieron caso a la razón. No enloquecieron ni perdieron libertad ni vida, porque no escucharon los cantos de las Sirenas. 

Que no desvíe ni oculte el mito, todo lo que hay de verdad en lo dicho por el inmortal Homero. Hagamos caso a la razón y la verdad, que intenta llevar a los cuatro rumbos el Movimiento Antorchista Nacional. La ruta sólo es una y el porvenir que buscamos esta siempre hacia adelante. No escuchar los discursos presidenciales cual cantos de Sirena, es la lección; y remar siempre con más brío, es la tarea. El puerto que tanto anhelamos ya no está lejos; la Ítaca mitológica ya nos espera. Nos vemos pues en la batalla.

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