Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Hace ya casi seis años, que en un foro realizado el día 17 de marzo de 2019 en Palacio Nacional, el expresidente López Obrador decretó el fin del modelo neoliberal de la política económica y social del país. Dijo así el exmandatario: “Declaramos formalmente el fin de la política neoliberal, aparejada con su política económica de pillaje, antipopular y entreguista. Quedan abolidas ambas cosas” (El Universal) Pero al día de hoy, un sexenio después de anunciada su muerte, el Neoliberalismo goza de cabal salud.
Para empezar, repetiremos aquí algo que los especialistas en el tema habían ya sostenido por las mismas fechas en relación a esto, es decir, que la Cuarta Transformación confundía (y creo sigue confundiendo) Neoliberalismo con Economía de mercado; es por esta razón que se refiere a ellos como si fueran cosas distintas.
La Economía de mercado es en realidad el capitalismo, o sea, el modo de producción que rige las economías en gran parte del mundo. El Neoliberalismo, por su parte, sólo es un modelo, una de sus formas con las cuales este modo se manifiesta, quizá la forma más nueva. Es por esta razón que no se puede simplemente decretar el fin del modelo (la forma) dejando totalmente intacto al modo productivo (su contenido). Pero, además, suponiendo que se pudiera, ¿cuál es esa otra forma o modelo de producción que la Cuarta Transformación a creado inédita y exclusivamente para México? Nadie lo sabe.
Lo que sí sabemos con seguridad, es que el Neoliberalismo apareció en el mundo en la década del setenta del siglo pasado en los Estados Unidos y Gran Bretaña, donde los empresarios, bajo la tutela de Ronald Reagan y la señora Thatcher, vislumbrado la derrota inminente del comunismo de la Unión Soviética en la guerra fría, “decidieron que había llegado el momento de iniciar una política de lucha contra los sindicatos, de desguace del estado de bienestar y de limitación del papel de los gobiernos en el control de la economía” (J. Fontana, 2012).
En México, si se investiga con intención, es fácil detectar el momento casi preciso de arranque de la implementación de la política neoliberal, en el cambio de discurso oficial implementado durante el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988). Esto explicaría también el momento en el cual nuestra economía, y con ella igualmente nuestra soberanía, quedaron bajo la bota imponente del gran capital mundial, situación que sufrimos hasta nuestros días.
Un hombre previsor, como lo es el ingeniero Aquiles Córdova Morán, lo dijo así en múltiples foros y en diversos escritos públicos, hablando del error fundamental en que incurrieron los gobiernos de la década de los noventa a la fecha: “[…] haber cambiado el discurso de la Revolución mexicana por un discurso tecnocrático y neoliberal que se había puesto de moda y que perdura hasta nuestros días” (Intenciones y Resultados, 2024)
Y dijo más ahí el maestro Aquiles que conviene poner aquí: “[…] el gobierno que surgió de la Revolución mexicana (que fue, a su vez, hecha por el pueblo) tenía demandas muy precisas de la gente; el PRI cometió el error estando en el poder, de olvidarse de que era hijo de la Revolución y que había prometido acabar con los males básicos del país, como la pobreza, el desempleo, la enfermedad, la ignorancia, etcétera”. Y sigue: “inicialmente el PRI decía: `La Revolución, y el gobierno que salió de ella tienen una gran deuda con el pueblo de México y la vamos a pagar´, pero nunca la pagaron; en lugar de eso lo que se hizo fue cambiar el discurso por uno neoliberal, que lo único que provocó fue empeorar la situación de las masas trabajadoras”.
Por tanto, dígase lo que se diga, sumado a todo esto el fallido interregno de gobierno panista, fue esta la razón fundamental, precisamente, por la cual López Obrador y su partido Morena se hicieron finalmente con el poder de la nación. Los mexicanos votaron para acabar con la política neoliberal que sufrían; por esta razón el expresidente, retorciendo la lógica más elemental, la exterminó a salivazos con un discurso oficial. Pero, ¿y qué tenemos ahora, seis años después?
Conforme al ideal de sus creadores, el Neoliberalismo se instrumentó en el mundo para concentrar la riqueza en muy pocos privilegiados, dejando en la miseria más atroz a las grandes mayorías. Por eso fue fundamental exterminar el poder conseguido por los sindicatos y las verdaderas organizaciones populares, defensoras de las prestaciones de los trabajadores ahora reducidas al mínimo; al mismo tiempo que se quitó a los Estados la obligación de garantizar el verdadero bienestar a todos sus gobernados. Todo esto, al mismo tiempo que se facilitaban todas las condiciones necesarias para el desarrollo y crecimiento de las empresas que ofrecen servicios privados, por encima del fomento de los servicios públicos, es decir, llegó la privatización generalizada.
Y aquí estamos ahora. El que quiera bienestar y servicios de calidad para sobrevivir, que se los compre; porque ahora los gobiernos trabajan para el gran capital. El Neoliberalismo vive.