Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
A dos meses del arranque oficial de las nuevas administraciones municipales en el estado de Colima, ya es posible descubrir en ellas cuáles serán las prioridades más apremiantes cuando menos para su primer año de gobierno; por lo que vemos, la falta de vivienda popular no está entre sus primacías.
Pero la falta de atención y solución a la vivienda popular, cuando menos en la zona conurbada de la capital no es cosa nueva. En un trabajo del año 2004 que se le atribuye a la profesora Martha E. Chávez González, Investigadora de Tiempo Completo en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Colima, hay información relevante que conviene rescatar por referirse al tema que tratamos. Veamos.
La Investigadora dice que a mediados de 1970 empezaron a surgir los primeros asentamientos irregulares en la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez, primero en las inmediaciones del centro histórico Villa de Álvarez, (colonias José Ma. Morelos y Adolfo López Mateos); y luego, por las mismas fechas en la capital aparecieron los primeros asentamientos populares en una zona cercana a las instalaciones actuales de la Feria regional, donde además se construyó el Centro de Readaptación Social (Cereso).
Y sigue. “Hacia la mitad del año 1980, los asentamientos irregulares habían aumentado en Villa de Álvarez, ahora hacia el noroeste del centro de población y uno más en la parte sur, sumando seis colonias populares (…). Mientras que en el oriente de Colima surgieron 25 asentamientos con las mismas características (…). Las colonias surgidas en zonas ejidales, que fueron la mayoría, fueron por compras ilegales de suelo; aquellas que se desarrollaron en terrenos de propiedad privada, aunque fueron ventas legales, incumplieron la normativa prevista en la ley de fraccionamientos, vigente en aquella época.”
Quiero hacer notar que hasta aquí, solo nos hemos referido al origen documentado de lo que conocemos como vivienda popular, es decir, de aquella vivienda que no se promueve con fines netamente comerciales, sino con fines totalmente humanitarios; muy por el contrario a lo que sucede con el caso de lo que se llama “vivienda de interés social”; esa vivienda pequeñita y cara, al concebirse netamente como una mercancía que se ofrece casi siempre al mejor postor, surgió mucho antes que la vivienda popular, dado que casi siempre ha contado con el auspicio y promoción por conveniencia de los gobiernos en turno.
Con el correr del tiempo, no se necesita ser especialista en la materia para darnos cuenta hoy, con cuanto afán promueven los gobiernos las “viviendas de interés social”, ofreciéndolas incluso como alternativa general en cumplimento al 4° constitucional; al mismo tiempo que en la práctica hacen por enterrar en el olvido con interpretaciones a modo de la misma ley, a la vivienda popular, es decir, el patrimonio del que sólo pueden hacerse de manera organizada las familias más desamparadas.
Por eso es necesario rescatar aquí un ejemplo de lucha inteligente y organizada en materia de vivienda, que no sólo dio el fruto que se buscaba, sino que marcó además el ejemplo a seguir para continuar la lucha por la creación de colonias populares. Veamos el ejemplo que refiero.
En 1989 nació la colonia Unidad Antorchista en el noroeste de la capital colimense. Al asentamiento hoy se le conoce como La Antorcha, seguramente que por su luminoso ejemplo que señaló el camino para sortear y salir avante, del escabroso suplicio que significa el camino que hay que recorrer, entre los intereses económicos de los desarrolladores urbanos y las trabas burocráticas gubernamentales por doquier. Y lo dicho no es mentira: 35 años después La Antorcha sigue señalando el camino para la vivienda popular.
Pero como la batalla para los pobres nunca ha sido fácil, hoy más que nunca deben acudir a su organización. En días recientes se llevó a cabo con éxito, precisamente en la colonia La Antorcha, la Primera Asamblea Informativa sobre los Proyectos Antorchistas de Vivienda Popular. Ésta, que se convocó como asamblea, resulto ser un imponente compromiso de unidad popular a favor de la vivienda de los pobres.
Los contingentes fueron representativos, pero indudablemente que muy autorizados para comprometer su participación activa y solidaria a nombre de sus compañeros, en todas y cada uno de las movilizaciones a donde sea necesario para conseguir hacer realidad la vivienda para todos los solicitantes antorchistas. Ahora, todos los solicitantes de lotes para vivienda de Manzanillo, Armería o Tecomán, y toda la zona conurbada de Colima-Villa de Álvarez-Comala o Coquimatlán, saben que los Antorchista nos levantaremos como un solo hombre y como un solo ideal, para hacer realidad para los pobres la vivienda popular.
Y si un colimense siente el desamparo y maltrato oficial, no lo dude; aseguro que con Antorcha se debe organizar. Si se pone atención con interés, en cada colonia popular encontrará la información necesaria para sumarse al camino organizado que lleva al verdadero bienestar. Ojalá que así sea.