Por Luis Enrique López Carreón        Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

 

En relación al tema que a continuación referiré, aclaro que no es la primera vez que intento llamar la atención de las autoridades competentes al caso. Pero, conforme a los resultados que sufrimos, asumo que mi llamado de alerta equivale tanto como intentar predicar en el desierto. 

Sucede que, en días pasados como casi cada semana, intenté llegar a reunirme con un grupo de personas en la colonia Vista del Mar, en Manzanillo, al noroeste de la ciudad porteña. Para llegar a ese punto de manera más rápida, si uno viene de Armería, Tecomán o Colima, lo mejor es tomar el libramiento conocido como Los Naranjos. Pero, ¡oh sorpresa! La vía estaba totalmente bloqueada por imponentes tractocamiones cargados de contenedores con destino al Puerto. Opté entonces por entrar por la zona de Tapeixtles. Pero lo que encontré fue lo mismo; una enorme fila de camiones cargados con contenedores. Afortunadamente logré zafarme de ese tráfico desesperante y no me quedó ya otra opción; es decir, ir por otra ruta que me llevara directamente al centro de la ciudad, y de ahí, regresarme y buscar una vía rumbo al boulevard Elías Zamora Verduzco, para luego encontrar otras calles que me llevaran directamente al lugar de mi destino. El panorama era asombroso. La ciudad estaba literalmente secuestrada; y, a decir de los medios de difusión, era este el segundo día de secuestro vial que padecía. 

Seguro que, si hubiera yo sido un ciudadano cualquiera de Manzanillo, tal vez habría encontrado el modo de llegar a tiempo al lugar que buscaba; pero, igual que muchos turistas y visitantes asiduos de esta importante urbe, sufrí las consecuencias del crecimiento económico del segundo Puerto más importante de América Latina.

Tomando en cuenta de que no es este el único secuestro vial que han padecido los manzanillenses y sus visitantes, las preguntas son obligadas: ¿en verdad es inevitable todo este caos vial que ocasionan los tractocamiones que entran o salen del Puerto? Y si esto es inevitable, ¿cuáles son, entonces, las medidas que están implementando, o van a implementar las autoridades federales, estatales o municipales correspondientes, para evitar todo este sufrimiento estresante a la ciudadanía en general? Aseguro que en el tiempo que duró mi secuestro vehicular, no vi por ningún lado a elemento alguno de la Guardia Nacional, ni mucho menos a agentes de tránsito o policías municipales procurando dar alguna asistencia. ¿Por qué tanta indolencia contra los ciudadanos?

Una explicación del caos vehicular la leí hoy en un medio de difusión local: “Una complicación en los sistemas informáticos del Sistema Nacional de Aduanas dio como resultado el congestionamiento de los camiones de carga pesada, generando involuntariamente serios problemas de movilidad que impactaron negativamente a la población civil de todo el Estado”. Así se dijo. Pero se dijo más: “…no fue falla en la Aduana Marítima local ni de la Administración del Sistema Portuario Nacional de Manzanillo [Asipona]”. ¿En serio?

Entonces, la Aduana Marítima y la Asipona de Manzanillo, ¿sólo sirven para recaudar miles de millones de impuestos por las mercancías que entran y salen del Puerto, y cobrar también, por movilizar miles de millones de toneladas de esas mercancías, sin tener culpa alguna por el tremendo caos vial que generan, precisamente, el trasiego de esa recaudación de dinero y de esa movilización de mercancías? Cuánta insolencia hay aquí contra el ciudadano común. 

Pero, suponiendo que sea tal como dice la Asipona, quedaría ahora saber, qué dicen de todo esto las autoridades municipales y estatales. ¿Por qué no hicieron nada para salvar de este sufrimiento vial a los ciudadanos y visitantes de Manzanillo?, y, además, ¿por qué no han salido a protestar, cuando menos en los medios de difusión, contra este flagrante atropello que sufren sus gobernados?  

Para entender por qué guardan silencio las autoridades gubernamentales en este insolente atropello, debemos saber primero qué significa, en términos económicos para la federación, el Puerto y la Aduana Marítima de Manzanillo.

Veamos. Según la Asociación de Terminales y Operadores de Manzanillo (ASTOM), el Puerto de Manzanillo se ha consolidado como el más importante de la costa Pacífico de América Latina. Durante el pasado mes de agosto de 2023, y por segundo mes consecutivo, alcanzó un nuevo récord de 332 mil 442 TEU´s (contenedores) [movilizados], refrendado así su liderazgo y maximizando la actividad portuaria. De este modo superó en volumen a Panamá, Callado, Guayaquil y Lázaro Cárdenas, que completan los cinco puertos principales de la zona. (El Noticiero, 22 de septiembre de 2023)

Y desde luego que, a mayor cantidad de contenedores movilizados por el Puerto, mayor será la cantidad de tractocamiones colapsando las vialidades de la ciudad. Aquí vemos que en el fondo es cierto lo que dice la Asipona; pues no son ellos los dueños de las mercancías, solamente las movilizan.

Ahora hablemos de la Aduana. Según la Agencia Nacional de Aduanas de México, Manzanillo ocupó el segundo lugar en el Top 5 de las Aduanas con mayor recaudación de todo el país en el año 2022. Los datos son los siguientes: Nuevo Laredo, con 13 mil 135 millones de pesos; Manzanillo, 10 mil 158 millones de pesos; Veracruz, 8 mil 967 millones de pesos; Lázaro Cárdenas, con 6 mil 926 millones de pesos; y el Aeropuerto de la Ciudad de México, con 6 mil 148 millones de pesos.

Aquí vemos, cuando menos desde este aspecto, como es que el sospechoso silencio que guardan las autoridades gubernamentales, tanto federales como estatales ante el tremendo caos vial que sufren los manzanillenses, denuncia a las claras la culpabilidad que tienen ellas en todo esto. ¿Recaudan 10 mil 158 millones de pesos, y no invierten ni un solo peso para salvar del secuestro vial a la ciudad que alberga el Puerto más importante de América Latina? Tal parece que aquí aplica aquello de, “el que paga manda”.

Pero la explicación fundamental está más en lo profundo. El caos vial de todas las ciudades, así como todo el caos social que padecemos por todos lados, es consecuencia inevitable del sistema de producción capitalista que sufrimos, hoy llamado también sistema neoliberal o de libre mercado. Marx y Engel dijeron ya desde 1845, para caracterizar a este modo de producción lo siguiente: “El moderno Estado no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”; y por lo que vemos hoy, esto aplica también en Manzanillo. Para cambiar la situación de los pueblos, urge un gobierno que se defina en serio contra el modelo económico actual. Pero los partidos actuales sólo son más de lo mismo. Trabajemos entonces para crear la verdadera alternativa de los pobres. No hay de otra.

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