Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

Toda la maquinaria propagandística de que dispone nuestra moderna clase dominante de ahora, absolutamente toda, está volcada en conseguir un único y casi urgente propósito para sus intereses: la máxima ganancia económica a través de la convivencia familiar, sobre todo en la época decembrina.

Y no podía ser de otra manera; pues, para las grandes empresas comerciales, convivir es sinónimos de comprar, y comprar, es la acción que vuelve realidad el acto de vender. Por tanto, ahí donde ya sentó sus reales el modelo de producción capitalista, también llamado neoliberalismo o economía de libre mercado, su lógica es infalible: cuanto más se fomente la falsa convivencia inducida en la sociedad bajo su gobierno, tanto más se incentivará el consumo entre la mayoría de sus miembros más desprevenidos, y, por lo tanto, todo cuanto venda mucho más se comprará. He aquí pues, la razón del fomento excesivo a la convivencia familiar que ahora se promueve con tanta insistencia.

Hasta aquí, nada malo pasaría si las clases dominantes, dueñas de las grandes empresas comerciales y de toda la clase patronal en general, al mismo tiempo que fomentan la convivencia para vender, proveyeran a las clases dominadas o trabajadoras del ingreso en forma de salario y prestaciones, suficientes para comprar. Pero no es así. Y aquí es donde aparece la tragedia que vivimos.

Incitar insistentemente a comprar, a todo aquel que apenas sobrevive, dado que no gana ni lo suficiente para dar de comer a sus hijos, es, en realidad, incitarlo a dejar de sobrevivir para morir; pues, dejará de comer y curarse para comprar lo que en realidad no puede ni debe. Aquí vemos cómo es, que, para las clases trabajadoras, convivir se troca en su contrario.

Pero no sólo eso. Ahora, parece ser que convivir también es sinónimo literal de muerte.

Se sabe que, la convivencia es la coexistencia física y pacífica entre individuos o grupos que deben compartir un mismo espacio. Se trata, entonces, de la vida en común y de la armonía que se busca en la relación de personas que por alguna razón deben pasar mucho tiempo juntas. Nadie puede convivir consigo mismo; la convivencia supone grupo. Y en nuestra sociedad, ya casi es común, incluso morir, mientras se convive.

El pasado domingo 19 de diciembre, por la madrugada, once jóvenes fueron asesinados y 14 más resultaron heridos en Salvatierra, Guanajuato, cuando celebraban junto con otras personas una fiesta decembrina (DW, 11/12/2023) Pero el presidente ya salió a minimizar el impacto de los hechos, como si fuera algo aislado del fracaso de su gobierno, revictimizando a las víctimas: “…insinuó que el asesinato de los jóvenes en Salvatierra, podría estar relacionado con el consumo de drogas” (El Financiero, 19 de diciembre).

Pero este fue sólo una perla más del rosario de muertes colectivas. Y como prueba de lo que digo, veamos otra nota más: “En México hubo 427 masacres en 2023, denuncia ONG [Causa Común]”; así se lee en un título en un portal electrónico; y luego los datos: “El informe `Galería del horror: atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios periodísticos´, reveló que, del 1 de enero de 2020 al 16 de diciembre de 2023, la organización contabilizó al menos 2,130 masacres en México. Los estados que acumularon mayor número de masacres definidas como asesinatos de tres o más personas en un mismo hecho violento fueron, Guanajuato con 57, Zacatecas con 43 y Guerrero con 41” (DW, misma fecha).

En la misma nota, la ONG afirma que cada 19 horas se registra una masacre en territorio mexicano. Pero también abundó diciendo que, entre enero y junio del 2023 se registraron 1,453 casos de tortura, 729 asesinatos de mujeres con crueldad extrema, 496 mutilaciones, descuartizaciones y destrucción de cadáveres, y 399 actos violentos contra autoridad, entre otros.

He aquí los resultados de la convivencia de muchos mexicanos bajo el gobierno de la Cuarta Transformación, que, diga lo que diga, no es sino lo mismo que muchos otros gobiernos que están al servicio del gran capital.

Pero la verdadera convivencia en la humanidad no apareció como sinónimo de muerte, sino de vida. Fue la propiedad privada bajo el mando del gran capital quien la instrumentó como medio de horror y muerte conforme a todo lo que ya hemos visto.

La humanidad no sería todo lo bondadosa que es, a pesar de todo, sin la convivencia entre los seres humanos. M. Ilin y E. Segal lo dijeron en su obra: “Los hombres llegaron a ser humanos sólo porque vivían juntos, cazaban juntos y hacían sus instrumentos juntos.” Y dijeron más: “Toda la tribu reunida cazaba a los enormes animales. No una sino docenas de lanzas se clavaban en sus peludos costados. La horda humana, como criatura de muchos pies y manos, cazaba a los mamutes. Y el trabajo lo hacían no sólo docenas de manos, sino también docenas de cabezas.” Es decir, en el origen, los seres humanos convivían para sobrevivir y no para morir. Y hoy, la convivencia nos debe servir justamente para lo mismo.

Con motivo de las fiestas decembrinas, pero también con cualquiera de otro tipo, rescatemos la convivencia de la humanidad para salvar la vida. Rescatemos la verdadera organización popular, forma moderna de sobrevivencia heredada a los desamparados de ahora, por los primeros pobladores de la tierra. Promovamos la cultura de la sana convivencia entre todos los desamparados.

Y si nos faltara claridad y visión profunda de lo que necesitamos en estos aciagos momentos que sufrimos, hagamos caso a los que saben de humanismo.

A manera de sincero ejemplo, finalizo con una gota de miel para todos los desamparados y maltratados del mundo, que, como yo, buscan el camino hacia una vida más justa y equitativa para todos. Vaya para todos mis compañeros, los deseos de un hombre cuyo genio e inteligencia incomparables, ya casi son raros por la terrible hecatombe de muerte y miseria que sufrimos:

“Para que el hombre se sienta solidario; para que le conmueva y le duela el dolor ajeno; para que piense muy por arriba de la tierra que pisa; para que se eleve su pensamiento hasta lo divino, el hombre necesita olvidarse de que es un animal; necesita elevarse sobre sí mismo, sobreponerse a sí mismo, multiplicarse, ampliar sus horizontes, su sentir, su pensar, su querer, su disfrutar, ampliar sus ansias de desarrollarse, expandirse y ser feliz en esta tierra.

Para lograr todo eso, el hombre debe dejar de pensar sólo en sus necesidades básicas, y pensar cosas grandes y sublimes como la solidaridad, como la libertad, como la fraternidad, como la igualdad, como la paz. Eso es cultura.” (Ing. Aquiles Córdova Morán).

Deseo que estos tiempos de exagerada manipulación fanática, no dobleguen nunca ni un centímetro nuestros deseos de superación colectiva; que los días por venir nos encuentren más firmes y prestos para conquistar una vida mejor para nuestros hijos. Que así sea.

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