Me gusta el vino, bueno, me gusta el alcohol, en realidad me gusta y bebo cualquier cosa que altere, aunque sea un poco el sentido; esta realidad da miedo y hay que abstraerse de ella, con algo, con lo que sea. Como diría el gran poeta maldito Charles Baudelaire: «Hay que vivir ebrio, de lo que sea, pero ebrio», frase contundente y en estos días, más. Esta realidad que veo, respiro, siento, leo, vivo y me sumerjo es caótica; buenos tiempos espero que vengan para nosotros y, sobre todo, para las generaciones venideras…
…pero no vengo a hablar de esta realidad asfixiante, no, más bien vengo a hablar del Sábora Fest, sus sabores, olores, su música y el apabullante bullicio «válgame la cacofonía de la frase anterior» que genera este festival en tan sólo unos poquitos días pero que a mí me gusta porque yo sí estoy a favor del Festival de Festivales de los Festivales Fest.
Davide Arena fue el cerebro detrás de los dos festivales más importantes que tiene este terruño y que los colimenses disfrutamos sin ton ni son; a decir, el Festival Internacional del Volcán y el Sábora Fest. Davide fue un funcionario del ayuntamiento de Colima que propuso, ideó, creó, estableció y dio la pauta para esto que disfrutamos ahora, se lleve a cabo año con año, amén de que administraciones pasen o cambien de color, ambos festivales; podemos decirlo así, vinieron para quedarse. Davide era de origen italiano, naturalizado mexicano, vivió en nuestro terruño por más de veinte años. Estos festivales empezaron a sonar duro en los tiempos de la administración del panista Héctor Insúa, fuertemente criticado por impulsarlos y, helos ahí, son todo un éxito.
Empecé este texto diciendo que me gusta el vino. No soy un experto, ni mucho menos; Davide sí lo era, además fue escritor, restaurantero, etcétera. Yo más bien soy fiel a la cerveza que, a decir de José Fors, cantante del grupo de rock La Cuca, la cerveza es: «la bebida de reyes», esto lo dice en aquella rolita del disco de 1993 titulado: «Tu Cuca Madre, ataca de nuevo», la canción a la que me refiero es: «Alcohol y rock and roll» que, viéndolo así, es la base de esta serie de festivales, por un lado tenemos alcohol que podemos ir a beber en el centro histórico de nuestra hermosa ciudad sin temor a ser detenidos y, por el otro lado, tenemos un escenario majestuoso en donde, si bien no escuchamos siempre rock, sí tenemos grupos o cantantes que aderezan y le ponen la aceituna al coctel que estamos bebiendo «lo anterior me gustaría que se tomara como una metáfora y no que vayan a pensar que me tomo mi copa de vino con una aceituna dentro, por favor, eso lo dejo única y exclusivamente para el Martini seco».
Davide Arena, como ya dije, sí era experto en vinos, pero lo era también en pastas, en comida y, ahora vemos, en idear festivales. A mí sí me gusta que haya esta efervescencia de festivales. Podemos, asimismo, crear el Festival de Festivales de los Festivales Fest y que siga la fiesta, porque, en el fondo y aunque ya estoy más viejo, a mí sí me sigue gustando la fiesta.
El Sábora nos dejó un buen sabor de boca. No soy fan o mi hit no es Carlos Cuevas, pero ahí estuve, quizá por metiche, quizá porque era el día de asueto antes de los partidos de finales de conferencia de la NFL y había que aprovechar, quizá por todo eso o mucho más, pero ahí estuve, disfruté sí de algunos boleros «repito, no es mi hit ese género musical», pero vaya, ahí estuve. Recuerdo que los romanos tenían la premisa bien clara para quejarse poco de las tropelías que andaban haciendo sus gobernantes con la expresión del latín «Panem et circenses» que, si no saben latín «yo tampoco lo sé» se las dejo traducida al español y dice: «Pan y circo», haciendo hincapié de que al pueblo hay que darle pan y circo, circo y pan y, dijera Tito Monterroso, Lo demás es silencio… Y ambos festivales nos dan comida, nos dan música y mucho más. Qué sé yo qué andan haciendo sus/nuestros gobernantes, pero esa, desde tiempos inmemoriales ha sido la clave del éxito: Pan y circo.
Cuando era estudiante de la carrera, la mamá de una querida amiga me dijo algo alguna vez que llevo conmigo y he traído desde esos lejanos ayeres: «escribir está bien, leer está bien, pero ese negocio no es negocio, un buen negocio es donde haya venta de alcohol con música y otros ricos y no tan extraños placeres». Ahí me cayó el veinte, pero, a la fecha, sigo sin poner mi negocio donde la música, el alcohol y los ricos y no tan extraños placeres sean parte del menú.
Larga vida a estos festivales que hacen que nos alejemos por un momento, aunque sea uno solo, del hastío de leer notas fatídicas todos los días. Creo, y no soy el único, que ya estamos esperando el Festival Internacional del Volcán, ambos festivales deberían tener de segundo nombre el nombre «vaya la redundancia», de su creador: Davide Arena.
Por cierto, mientras la gente disfrutaba en sendas copas sus catas de vino yo me aventé mis cervezas bien heladas, lo que me pone a pensar que debería organizar el Festival de la Cerveza, el Cigarro, el Puro y las Letras Fest, «mis ricos y no tan extraños placeres».
Ya me vi «con voz de comercial de la televisión»…