Por Luis Enrique López Carreón  Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

Y aquí vamos otra vez, a sufrir las campañas. Y es que, el calendario oficial del Instituto Nacional Electoral (INE) marca que, entre el viernes primero de marzo y el miércoles 29 de mayo del año que corre, es decir, durante 90 días, podrán los partidos y sus aspirantes a los diferentes cargos de elección popular federal, llevar a cabo acciones para buscar y obtener el voto de la ciudadanía, y ocupar uno de los 629 cargos que se van a disputar: la presidencia de la República, 128 senadurías y 500 diputaciones federales.  

Pero oficialmente también, es durante estos 90 días, aunque con menos tiempo de campaña oficial, cuando se habrán de definir los candidatos que luego arrancarán frenética carrera, en búsqueda de uno de los 19,634 cargos locales en los Estados del país, entre diputaciones, presidencias municipales, sindicaturas y regidurías. Además, otros buscarán una de las nueve gubernaturas que también se disputarán: Guanajuato, Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Jalisco, Puebla, Veracruz, Tabasco y Yucatán.  

Conforme al calendario del INE, y como ya casi todos sabemos, la votación se llevará a cabo de 8 de la mañana a 6 de la tarde del domingo 2 de junio de 2024. Los resultados de le elección, como ya se ha acostumbrado, se entregarán esa misma noche tras el conteo rápido del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), y los cómputos se realizarán del 5 al 8 de junio de 2024. Finalmente, la declaración de validez de la elección, en caso de que se aplique, se hará cuando se resuelvan todos los juicios de inconformidad.

Pero no tenga usted pendiente, amigo lector; usted sabrá claramente que la campaña electoral ya terminó, cuando, de manera súbita y casi misteriosa, se calle y desaparezca de las calles, de su vivienda y de su vida misma, la mentirosa propaganda enfadosa de los aspirantes y sus partidos políticos; cuando se esfumen de las calles también, como una mala pesadilla, los lideres, acarreadores, compradores de voto, ratones, mapaches y demás personajes partidistas, que son los infaltables empleados en cada proceso electoral.

Y aproveche usted esta relativa tranquilidad libre de mentiras muy mentirosas, porque, la jauría mediática sólo se irá por poco tiempo, volverá cada tres años con cada campaña electoral futura y la historia se repetirá, así, in saecula saeculorum, es decir, literalmente por los siglos de los siglos.   

Pero no se desespere ni se desanime usted, que el desarrollo dialéctico que todo lo rige en todos los fenómenos es siempre revolucionario y en nuestro caso electoral aplica y aplicará. Ni todos los candidatos son mentirosos, ni todos los mentirosos son candidatos. Hay en el escenario electoral verdaderos representantes del pueblo que merecen nuestro respaldo y apoyo; sólo que, para distinguirlos, es necesario un ejercicio de inteligencia colectiva y organizada. Descubrir, respaldar y apoyar a quien dice la verdad, será siempre la tarea esencial del pueblo preocupado. Además, no olvidemos que no hay mal que dure para siempre.

Para ayudar un poco en esta difícil tarea, es que hoy quiero dejar aquí mi humilde opinión. Veamos. Yo distingo en las campañas electorales que arrancan, dos fenómenos en los que quiero llamar la atención porque nos hablan claramente, de que la realidad electoral que vivimos cambiará inevitablemente en algún momento a favor de la verdad.

Por un lado, es evidente que la clase política actual sufre una clara degradación intelectual; pues, sólo basta escuchar los discursos y opiniones de los candidatos y candidatas en cuanto a temas sumamente científicos y concretos, sobre todo de economía, finanzas, política, geopolítica por mencionar sólo algunos, para darnos cuenta cuan faltos están del tamaño intelectual que se requiere para conducir acertadamente a un pueblo, entidad o nación, en medio de la inseguridad, la pobreza, el sometimiento y la amenaza imperialista de una nueva guerra mundial que cada día es más latente.

Por otro lado, evidente también y como consecuencia del primer fenómeno, tenemos los argumentos falsos y mentirosos que usan casi todos los candidatos en sus discursos electorales. Ponga usted atención, y compare lo que digan y prometan los candidatos de ahora, con lo que dijeron y prometieron los candidatos de hace tres, seis, nueve o doce años, para comprobar que no hay, en lo esencial, nada nuevo ni original. Los políticos de ahora ya no tienen nada nuevo qué ofrecer; pues las promesas electorales también se desgastan con el uso y el abuso.

Sin embargo, digan lo que digan los candidatos de ahora, la realidad es la realidad. Por más que la vida social que sufrimos a diario sale siempre a flote, desmintiendo contundentemente todos los discursos, incluso presidenciales, ahora el mutismo y la obstinación ya no tiene comparación alguna. Pareciera que la máxima de los políticos oficiales es: ¡se le miente al pueblo porque se tiene el poder para hacerlo, y punto!

Por tanto, la disyuntiva pareciera ser: o, el pueblo cree a los políticos que le mienten, porque los políticos y sus mentiras son sumamente inteligentes, es decir, el pueblo es sometido por la inteligencia; o, por el contrario, siendo los políticos más ignorantes que el pueblo mismo, aun así, hacen, por la fuerza o con sobornos, que el pueblo crea lo que le dicen, o sea, el pueblo es sometido por la ignorancia. Yo creo que el sometimiento mentiroso que sufre el pueblo no se debe a la inteligencia de quien le miente, sino más bien, al sometimiento económico que sufre.  

Los candidatos que mienten tienen éxito con la mentira en sus discursos, porque los gobiernos que los impulsan han empobrecido previa y sumamente al pueblo, en ocasiones hasta situaciones muy extremas. La pobreza es sinónimo de sometimiento, y los candidatos de los partidos oficiales lo saben.

Hoy se lee en las “benditas redes sociales” algo que debería meditarse con cuidado: “la progresiva degeneración de la especie humana se percibe claramente en que cada vez nos engañan personas con menos talento”. Pero toda generalización es falsa por definición misma, y casi siempre puede ser interpretada a conveniencia. Yo digo que, cada vez nos engañan personas con menos talento, porque, el modo de producción y explotación capitalista ya no tiene nada nuevo que ofrecer al mundo, como no sea ignorancia, pobreza, terror, violencia y guerras.  

Pero ni modo, hoy comienzan las campañas electorales. No dejarse engañar, es la tarea. Vayamos a las urnas informados, unidos y organizados. Que así sea.

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