Por Luis Enrique López Carreón  Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

Todo parece indicar, que a los alquimistas políticos de los modernos partidos que contenderán en fechas próximas, se les acabaron los cuadros y las ideas ingeniosas. Ya no tienen nada nuevo que ofrecer al pueblo elector, como no sea una especie de escandaloso refrito social. Y es que, dígase lo que se diga, a la realidad social que vivimos todos los días, que es siempre la rectora del todo, no se le puede engañar tan fácilmente y para siempre.

En el colmo de la estulticia, hace tres años los partidos llevaron al escenario político como alternativa para conservar el poder, algo que algunos analistas llamaron Freake Show (traducido del inglés como: espectáculo de fenómenos). Fue así como nos enteramos que las redes sociales y sus padrinos, incluso difundieron las pretensiones electorales de una modelo apodada la Grosera, que prometió implantes de senos si la elegían como diputada. Pero también a un candidato a Gobernador de Nuevo León, que hacía campaña haciendo saber el sufrimiento que le significó, la mano dura de su padre cuando lo despertaba de madrugada para ir al campo de golf [a jugar]; o a un enmascarado del cuadrilátero, el luchador Tinieblas, que prometía defender los derechos de las minorías en su campaña rumbo a la delegación Venustiano Carranza de la Ciudad de México.

Estos casos los cito sólo como ejemplos, mismos que tomé de un trabajo del escritor, editor y periodista Diego Fonseca, de una aportación publicada el 27 de mayo de 2021 por el The New York Times; y sin que se necesite textualizar las conclusiones del editor, éstas se defienden por sí solas: “…si esa oferta electoral [las llama candidaturas silvestres] está ahí es porque alguien ha sospechado – quizá con certeza – que el absurdo suma votos”.

Y dijo más Fonseca en su artículo que conviene meditar: “La mismísima política creó las condiciones para que la antipolítica se apropie de la política. Partidos que por décadas abusaron del poder para entronizar una casta autorrenovable (el PRI), formaciones incapaces de ofrecer un cambio sostenible (el PAN) y opositores que fracasaron en crear una vía progresista (el PRD), lanzaron al electorado hacia Morena, un movimiento personalista creado por López Obrador, quien cree ser un padre fundador”.

Y dice luego el periodista algo que nos habla de la insolente degradación que está sufriendo la clase política mexicana en su agotamiento: “cuando la oferta electoral tradicional defrauda sin cesar, las sociedades se corren al margen, y hasta 2018, AMLO era el outsider [el rebelde]. Pero cuando también falla esa opción limítrofe, la gente puede saltar los límites. Entonces brota el freak show de la Grosera y su oferta de cirugías, golfistas roqueros, luchadores desinformados [y muchos etcéteras más]. Poco se discute de ideas. La conversación gira alrededor de lo estrambótico y febril; estéril para el debate pero productivo para la distracción”.

Y así, con estas “candidaturas silvestres” cerramos los primeros tres años de gobierno de la Cuarta Transformación. ¿Cuál parece ser el agregado que sufriremos este siguiente proceso electoral, que definirá la continuación o el cambio de rumbo de la patria? Sin duda, el agregado será la reelección desenfrenada.

Pero, para buscar los ejemplos de esto no hay necesidad de ir tan lejos, es decir, más allá de los limites estatales que, por obvio de tamaño, podemos tener más a la mano con facilidad. Dicen que para muestra basta un botón, y eso es lo que ahora intentaremos. Veamos.

Según el calendario electoral aprobado por el Consejo General del IEE de Colima, entre el 1 y 4 de abril se deben registrar los candidatos y candidatas a contender por las 16 diputaciones locales, y los 10 ayuntamientos que componen el Estado; esto marcará el arranque formal de las campañas, en donde los distintos candidatos buscarán el voto de la población rumbo a la elección del próximo 2 de junio de 2024.

En este próximo proceso, ya es sabido que en cuatro de las diez alcaldías se buscará la reelección: por el PRI, Esther Gutiérrez en Villa de Álvarez y Gabriela Mejía en Cuauhtémoc; por Morena, Leonor Alcaraz en Coquimatlán; y por lo que se ve, por Movimiento Ciudadano (MC), Margarita Moreno en la capital.

Pero donde más se nota el frenesí reeleccionista es en el Congreso local; 15 de los 25 diputados buscarán la reelección. Por parte de Morena y sus aliados, en total diez diputados se aferrarán a su curul o irán por otro espacio: Andrea Naranjo, Isamar Ramírez, Julio Cesar Cano, Sonia Hernández, David Lorenzo Grajales, Kathia Castillo, Glenda Ochoa y Priscila García; además, Armando Reyna buscará la alcaldía de Tecomán y Ana Karen Hernández irá por una curul en el Senado. Dos diputados del PRI buscaran aferrarse al Congreso local: Héctor Magaña y Lizette Moreno; mientras que dos del PAN también buscan la reelección: Fernanda Salazar en su curul local, y Crispín Guerra en una diputación federal; de MC, Jesús Dueñas irá por un escaño en el Senado.

Salvo los cambios que aún pudieran darse antes del registro oficial, este pudiera ser el panorama que marcará el siguiente proceso electoral; es decir, con honrosas y escasas excepciones, se deberá elegir entre lo mismo de siempre.

Por todo lo ya visto hasta aquí, creo que las conclusiones son necesarias y merecen nuestra atención al momento de ir a las urnas. La primera conclusión sería: La reelección que se pretende se debe al buen desempeño y resultados tangibles de los funcionarios y políticos señalados; por tanto, no sólo merecen el reconocimiento ciudadano, sino también el voto de confianza de todos los electores para permitirles seguir con sus buenas acciones. Aquí, al momento de escoger, la reelección es buena porque está pensada en el verdadero bienestar ciudadano. Pero el elector tiene siempre la última palabra.

Segunda posible conclusión: la reelección va, porque, aunque los resultados de los funcionarios y diputados no fueron buenos, los partidos proponen los mismos de siempre porque ya no tienen cuadros nuevos suficientes en calidad y cantidad, que garanticen no sólo los votos que necesitan para asegurar su registro, sino que garanticen también con sus acciones los buenos resultados que demanda la ciudadanía. Aquí, la reelección es un error para las mayorías porque está pensada sólo con base en los intereses partidistas.

Y finalmente una tercera conclusión, que puede ser también la misma que ya quedó señalada por el periodista del The New York Times, es decir, que, con la reelección, tal como se pretende con el freak show, se piensa que, “cuando la oferta electoral tradicional defrauda sin cesar, las sociedades se corren al margen, … y la gente puede saltar los límites”; es decir, que para los partidos y sus candidatos ya no importa más la opinión que el pueblo pueda tener de ellos, pues, el moderno sistema democratico que ellos han secuestrado, les garantiza y garantizará siempre el triunfo de sus intereses cualquiera que sea el resultado.

En otras palabras, los partidos políticos y sus candidatos, ya no hacen campañas electorales para los electores, sino electores para las campañas electorales. El modelo político-democrático electoral, tal como sucede con el modelo económico que le da sustento, se ha agotado y recurre a la insolencia engañosa. Y sólo el pueblo organizado tiene la capacidad de cambiarlo con su voto para bien de todos. He aquí otra tarea histórica.

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