Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
A pesar de que no fueron públicas las condiciones que puso el presidente López Obrador al gobernador Ignacio Peralta, para rescatarlo de la debacle económica en que se sumió al finalizar su mandato, también celebro mucho la promesa de recursos económicos que hizo el presidente para el Estado, en su reciente visita, para el pago de los salarios de los trabajadores que todos ya conocemos. Dije ya en un escrito anterior, que a mí me parecía que, antes que descubrir al verdadero culpable de tan caótica situación inédita, urgía que se garantice la reparación del daño a los colimenses, pagando los salarios y entregando los apoyos prometidos. Por tanto, hoy, al menos con la promesa que se hizo, no puedo decir menos.
Además dije, que la gobernadora electa debería también intervenir, dado que ésto es políticamente de su incumbencia. A ciencia cierta no se hasta ahora, con cuánto interés la gobernadora asuma las respetuosas opiniones del Movimiento Antorchista colimense, pero, por lo que se ve en un video que circula en las redes sociales, tal parece que, voluntariamente o no, ahora se asume ella como parte de la solución del colapso financiero que ya referimos.
Finalizo este breve recordatorio de lo que ya dije, ratificando la opinión central de mi trabajo de la semana pasada, es decir, afirmando que, más que un colapso financiero, es un colapso político el que vivimos hoy en Colima, generado por el encontronazo entre los grupos políticos y económicos tradicionales que habían gobernado el Estado, por un lado, y por el otro, los nuevos grupos que surgieron a raíz de la reciente elección, quienes se disputan el control de los poderes fácticos del gobierno. Que esto es así, lo demuestra la manera en cómo se dieron las cosas en la visita presidencial. Veamos.
Si el presidente ya tenía la intención de intervenir económicamente, ¿por qué esperarse a venir a decirlo hasta acá, cuando bien lo pudo haber dicho, como gusta hacerlo cada vez que quiere protagonismo, en una de sus mañaneras? Y luego, ¿por qué venir a decir públicamente en su discurso que, “no habrá polémica ni reparto de culpas por la situación que enfrenta el Gobierno estatal”, si son ellos precisamente, los campeones de la lucha contra la corrupción? Aquí hay algo que no esta bien. ¿A eso se debe el cambio tan drástico en el discurso y las declaraciones publicas que ahora hace el gobernador, acerca de la política del presidente? Pues no debería confiarse. Pero, pareciera que para los políticos colimenses, la 4ªT es buena si da dinero, y es mala si no lo da.
Pero ademas, ¿a qué viene ahora eso, de la circulación pública del video conjunto entre el gobernador y la gobernadora, agradeciendo el apoyo del presidente?, ¿fue esta la condición política acordada? Si la respuesta es como la que imagino, entonces, dispongámonos ahora a ser gobernados por una especie de simbiosis política anómala, donde la voluntad del presidente será ejecutada casi sin rechistar, por los mismos grupos políticos que antes nos gobernaban, sólo que ahora reforzados por las nuevas estructuras políticas que también se suman al reparto del gran botín. Pero, ¿qué importa cómo hayan sido las cosas, si finalmente habrá salario, dirán algunos?
Pues sí que importa, y mucho; porque, ¿dónde quedarán ahora los colimenses que no son empleados del gobierno?, y, ¿qué pasará también, con los apoyos de despensas, medicinas y apoyo médico, fertilizantes, subsidios a instituciones de beneficencia, apoyos a víctimas de violencia en general, y, sobre todo, qué pasará con el apoyo para la vivienda digna y decorosa de los más pobres? No olvidemos que el presidente afirmó, y el gobernador y la gobernadora también, que los recursos adicionales serán sólo para el pago de salarios: “se trata de resolver el pago, porque el salario no se debe retener a nadie, es sagrado”. Así se dijo. Muy bien pero, entonces, la alimentación, la salud, los servicios, la vivienda y la educación del resto de los colimenses, ¿no son sagrados para el presidente? Y no es que no me dé gusto por los trabajadores, pero, y por el resto de los colimense, que también pagan sus impuestos y no tienen ingresos suficientes, ¿quién protestará?
Y ante el silencio que ahora todos parecen guardar, no nos queda de otra: ¡Nosotros!, los antorchistas protestaremos. No sabemos cuánto caso nos hagan los gobiernos, pues ya parece que ahora hay dos, pero no nos vamos a callar.
¡Son miles!, porque el gobierno que se va, sabe bien que ya son miles las familias que necesitan vivienda digna y decorosa. Manzanillo, Tecomán, Colima y Villa de Álvarez, son las ciudades que presentan los más altos índices de hacinamiento y falta de vivienda, por eso es que sus municipios ocupan también, los más altos índices de contagio y mortandad ante la pandemia. Estas cuatro ciudades juntas, están poniendo casi la totalidad de los muertos que ya llevamos por coronavirus en todo el Estado, y las autoridades municipales y estatales no hacen nada, o casi nada, por mejorar y ampliar las condiciones materiales en que viven sus ciudadanos.
Y, ¿qué decir de la ordalía que están sufriendo miles de colimenses para ponerse a salvo del mortal virus? El Sector Salud estatal informó ayer, que el lunes pasado se registraron 413 casos nuevos de contagio y ocho defunciones, por lo que la entidad alcanzó un acumulado de 17 mil 855 casos positivos y mil 437 decesos. Y la receta que nos dan es casi siempre la misma: ¡sálvese el que pueda! Pero eso sí, sin dejar de producir, y mucho menos de consumir. Muy bien pero, y mientras tanto, ¿cómo haremos para pagar la alimentación de los hijos, los servicios, la renta, las deudas y todo o demás? Ya lo dijo el presidente: sólo el salario de los trabajadores del Estado es sagrado
Casi desde que comenzó el año que corre, los antorchistas pusimos en manos del gobernador el pliego petitorio que contiene las necesidades más apremiantes de nuestros compañeros. Representa el documento a los sectores más abandonados de siempre, como son los colonos, campesinos, amas de casa, estudiantes, maestros, vendedores ambulantes y otros, que viven esperando la verdadera ayuda gubernamental. Hasta ahora, casi ninguna respuesta positiva ha merecido nuestra petición constitucional. Y hoy, con los acuerdos políticos que se tejieron con la visita presidencial, nada alentador vemos para nuestras necesidades. Sabemos del riesgo que corremos de salir a la calle en plena pandemia. Pero ni modo. Ya no nos queda de otra.