Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

Por lo que sabemos los que no somos especialistas, la Soberanía se refiere al ejercicio de la autoridad de un cierto territorio. Esta autoridad recae siempre en el pueblo, aunque la gente no realiza un ejercicio directo de la misma, sino que delega dicho poder en sus representantes. La Soberanía significa independencia, es decir, un poder con competencia total.

Conforme a esto, siempre se nos ha dicho que, en México, la soberanía es el valor más importante de nuestra nacionalidad; que su defensa y fortalecimiento son el primer objetivo del Estado Mexicano, y que ésta consiste en asegurar la capacidad de los mexicanos para tomar libremente decisiones políticas en el interior de nuestra nación con independencia del exterior.

Y dado que, como ya dijimos, el pueblo mexicano ejerce su Soberanía a través de sus representantes gubernamentales, haríamos bien en preguntarnos cómo, entonces, es que el Estado Mexicano a través de sus gobiernos ha defendido y fortalecido este inalienable derecho internacional de nuestra nación.

Debemos decir aquí que, cuando menos en los últimos tres sexenios gubernamentales anteriores al de López Obrador, poco o casi nada con relevancia nos dijeron los gobiernos del peligro que ya sufría nuestra Soberanía. Sin embargo, tal como sucede ahora, la referencia que AMLO hizo sobre el tema la argumentó sólo ante los intentos injerencistas en nuestra nación del primer gobierno de Donald J. Trump. Resulta paradójico que haya sido precisamente Trump quien nos haya recordado que tenemos Soberanía.

Hoy, ante una nueva arremetida del magnate estadounidense en su segundo mandado el tema vuelve a adquirir relevancia. Sólo que, por lo que se ve, en este segundo mandato de un gobierno que juró ser del pueblo y para el pueblo, a la amenaza contra nuestra Soberanía se le sigue contestando con lo mismo: discurso y medidas desatinada por su intrascendencia. Trump usa la fuerza, y nuestro gobierno la saliva.

Aunado al discurso patriotero de su antecesor, y ante los embates que sufre ya nuestra Soberanía, la Dra. Sheinbaum respondió hace unos días a con una propuesta de modificación constitucional.

Leamos la nueva iniciativa que se pretende agregar al artículo 40 de la Constitución: “El pueblo de México, en ninguna circunstancia aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo de la integridad, independencia y soberanía de la Nación, tales como golpes de Estado, injerencia en elecciones o la violación del territorio mexicano, sea esta por tierra, agua, mar o espacio aéreo”. Y se subraya: “tampoco se consentirá intervención en investigación y persecución alguna sin la autorización y colaboración expresa del Estado mexicano en el marco de las leyes aplicables”

Dejando a un lado que ya es del conocimiento público que EE. UU. nos espía e interviene de facto “por tierra, agua, mar o espacio aéreo” cuanto quiere; con lo que uno lee casi se podría pensar que, por fin, aunque sólo sea en discurso, se nos haría un llamado general para acatar la letra y hacer honor al himno nacional mexicano, para predisponernos, cuando menos, en pos de nuestra independencia y Soberanía. Pero no fue así.

La reacción desesperada de la segunda versión de la 4T se puede leer en la adición que propone al artículo 19 constitucional que ya se filtró a los medios. Ahí se dice: “a cualquier nacional o extranjero involucrado en la fabricación, distribución, enajenación, traslado o internación al territorio nacional de manera ilícita de armas, y a cualquier extranjero que realice actividades al margen de la ley vinculadas con los párrafos segundo y tercero del artículo 40 de esta Constitución, se le impondrá la pena más severa posible, así como la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa”.

Mal para nuestra Soberanía. Por lo que se ve, la 4T no impedirá que la violen; pues sólo se puede imponer “la pena más severa posible” a un violador, después de consumada su violación.
Y, además, la amenaza que se lee en la propuesta al artículo 19 constitucional, me recuerda más bien al cuento aquel que escuche en algún lado, donde un charlatán se puso a vender un veneno infalible para matar pulgas. Algún marchante inconforme lo encaró públicamente ante la ineficacia de tal remedio, pues, las pulgas de su casa no sólo no murieron con el veneno tal que esparció por doquier en su vivienda, sin que, muy al contrario, en el colmo de males aumentaron estas en cuantía y picazón. El Charlatán entonces hábilmente contestó en su defensa: “¡el mal está en el procedimiento!; la aplicación correcta de mi veneno consiste, en tomar de una en una a las pulgas y ponerle el veneno en el hocico; y de que se mueren, se mueren”.
Bien, pues que se cuiden entonces todos los países y personas que se atrevan a atentar contra nuestra Soberanía. Si los agarra a cada uno la 4T de ahora, les aplicará en el hocico “la pena más severa posible, así como la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa”; ¡si los agarra! Y por tanto, ¿cómo aplicará la 4T “la pena más severa posible” al presidente Trump?

Pero ya hablando en serio, los mexicanos deberíamos escuchar y reflexionar con mucha atención lo que el maestro Aquiles Córdova Morán, dirigente nacional del Movimiento Antorchista, dejó dicho en alguna entrevista sobre el peligro que amenaza nuestra Soberanía. He aquí un extracto:

“…la soberanía de un país, lo sabe todo el mundo, y aquí digo literalmente todo el mundo, todo el planeta Tierra sabe que la soberanía de un país tiene que ser una soberanía económica, tiene que ser una soberanía política y tiene que ser una soberanía fundada en un poderío militar suficiente para garantizar la integridad territorial y la soberanía del país. México no reúne las tres condiciones”.

Defendamos en verdad a nuestra Soberanía. Exijamos al gobierno trabajar para hacernos independentes de la economía norteamericana; cambiemos a la clase política para que se ponga verdaderamente al servicio del pueblo; y exijamos que se arme, equipe y capacite en verdad a nuestras fuerzas armadas con independencia de las naciones poderosas, para ponerlas al nivel que se necesita para garantizar nuestra integridad territorial. No hacer esto, todo lo demás puede caer en la charlatanería. Sigamos organizando el cambio verdadero.

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