Por Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima
Según la mayoría de los historiadores, el emblemático grito del cura Hidalgo en la parroquia de Dolores Guanajuato, para incitar al levantamiento armado contra los españoles, y por la independencia de México, fue el día 16 de septiembre de 1810 por la madrugada, no el día 15 por la noche, como hoy se acostumbra conmemorarlo. Además, al momento del grito, Miguel Hidalgo no representaba a ningún gobierno ni partido político; era él, y quienes lo seguían, las víctimas de los gobiernos de entonces, es decir, era el pueblo más pobre, explotado y maltratado por los españoles. Es por esto, que ningún historiador serio, que yo sepa, ha puesto en duda que, en la arenga atribuida al cura Hidalgo, él y los ahí presentes, gritaron convencidamente algo que los falsos émulos modernos de esta hazaña nunca podrán: ¡Muera el mal gobierno!
Pero, si la duda cabe de lo que aquí digo en cuanto a la composición clasista de los primeros insurgentes, transcribo a continuación un fragmento de la obra del historiador zacatecano Alfonso Toro: “[…] todos los allí congregados se dispusieron a seguir a Hidalgo, formándose así un pequeño ejercito de doscientos hombres, armados con hondas y garrotes, porque aún las lanzas y espadas escaseaban y las armas de fuego eran rarísimas; pues como se recordará, las Leyes de Indias prohibían a los indios y las castas, el fabricar y usar armas de ninguna especie. ¡Tales fueron los humildes principios de la revolución de independencia!” (ATC, Historia de México, Ed. Patria S. A., pág. 67).
Visto lo anterior, llama entonces sumamente la atención, cómo es que ahora, al emularse “el Grito” en cada 15 de septiembre, son precisamente los gobiernos de todos los partidos, los que se arrogan el derechos de ser ellos, y nadie más, quienes den el famoso “Grito de Independencia”. Pero no sólo eso, se arrogan también, incluso, el derecho de escoger las “vivas”, mismas que se les antoja gritar en ese su momento de fama. Ha, pero eso sí, nadie, absolutamente nadie ni por descuido, se le ocurre gritar: ¡muera el mal gobierno!, tal como lo hicieron, como ya dije, Hidalgo y sus seguidores.
Pero, ¿será acaso que “los malos gobiernos” murieron en septiembre de 1821, con el acto simbólico que consumó nuestra independencia, tal como se nos ha hecho creer hasta ahora? No, sinceramente yo no lo creo así. Mientras no sea, verdaderamente el pueblo quien asuma el gobierno a través de sus mejores y genuinos representantes, seguiremos siendo víctimas de malos gobiernos, aunque griten a todo pulmón desde palacio nacional, abandera en mano: “¡viva el amor al prójimo!”
La profesora en Geopolítica, Stephanie Henaro, publicó un trabajo en el diario El Economista del día 15 de marzo pasado, titulado, “Más muertos que en las guerras”, donde, quizás sin proponérselo, dimensiona lo que ha significado para los mexicanos, el malísimo desempeño del gobierno federal ante la pandemia del coronavirus. Cierra su artículo la profesora con un comentario que me parece relevante, dice: “La historia mundial ha confirmado que la parte más importante de las tragedias, ocurre cuando se dimensionan las pérdidas. Porque la tristeza puede hacer cuentas […]”. Aquí, con la salvedad de que para mí, hablar de las consecuencias del coronavirus es hablar del desempeño del presidente para combatirlas, estoy totalmente de acuerdo.
Por tanto, conforme al comentario de la analista citada, dimensionemos en sus justos términos nuestra tragedia actual por el número de las pérdidas. Cuando el presidente gritó desde palacio nacional, “¡Viva México!”, el 15 de septiembre del año pasado, ya México se moría de pandemia; pues, sumaban 676 mil 487 los mexicanos contagiados por Covid, y habían muerto 71 mil 678 personas. Para el 15 de septiembre de este año, donde, entre otras vivas, el presidente gritó: “¡viva el amor al prójimo!”; los contagiados por pandemia eran ya 3 millones 542 mil 189 “prójimos” acumulados, y 269 mil 912 los “prójimos” fallecidos. Es decir, entre el grito del año pasado y este último, su gobierno acumuló, 2 millones 865 mil 702 nuevos “prójimos” contagiados, y 198 mil 234 “prójimos” fallecidos. Entonces, “¡¿viva el amor al prójimo?!”
Pero además, no debemos olvidar que no hace mucho, el INEGI declaró, que, según sus datos, el número de víctimas mortales por pandemia era 45% más elevada que la cifra reportada oficialmente. Y que, según datos de estudios serios ya muy difundidos en los medios, en el 2020 tuvimos un exceso de mortandad por otras enfermedades en el país, del 40% en relación al año anterior. Esto, y los 86 mil 370 muertos que, según el diario El Financiero del día 2 de julio pasado, se sumaban ya por homicidios dolosos al mes de mayo de 2021; nos dice entonces claramente que, “el amor al prójimo”, del presidente, fue mucho mayor, a el “¡viva!”, que gritó desde el balcón presidencial.
Y no es que acostumbre yo el escarnio por definición en mis trabajos, nada de eso. Pero, ¿qué necesidad tenía el presidente de gritar “¡viva el amor al prójimo!”, después de todo lo que ya sabemos que están sufriendo millones de prójimos por todo el país? Pero en fin, “cosas veredes”
Pero, si aún la tragedia no nos parece tal, volvamos al artículo de la profesora Stephanie Henaro. Dice ella en su trabajo, que no existen cifras precisas con respecto a los decesos que ocurrieron durante la Guerra de Independencia, pero que se estima que en los once años que duró, murieron entre 250 mil y 500 mil mexicanos. Estos son, entre 22 mil y 45 mil muertos por año. El otro ejemplo que refiere es la Guerra de la intervención estadounidense en México, que ocurrió de 1846 a 1848, donde calcula que murieron aproximadamente 25 mil soldados mexicanos. Estos son, 12 mil quinientos muertos por año. Finalmente refiere la Revolución Mexicana, que inició en 1910 y que terminó en 1921; calcula ella que, en once años de guerra, murieron aproximadamente un millón 400 mil mexicanos, esto es, 127 mil 272 fallecidos por año.
Si ya sabemos, que a la fecha suman 270 mil 346 los muertos, sólo por pandemia, y que este mal lleva poco más de 19 meses matando a los mexicanos, tenemos entonces que han muerto 14 mil 229 víctimas por cada mes, es decir, 170 mil 745 muertos por año. Y ni modo. He aquí entonces, conforme a los datos que maneja la analista de El Economista, un nuevo ”record histórico” para la colección del presidente. ¿Viva el amor al prójimo?